El Heraldo de Chihuahua

Paradigma del Romanticis­mo,

- Escritor. Periodista. Catedrátic­o sagama63@gmail.com

E. T. A. Hoffmann (Königsberg, 1776Berlín, 1822) encarnó el eslabón de transición entre el mundo donde predominab­a todavía la razón y esa novedosa voluntad de ruptura que implicó el llamado Sturm und Drang alemán. Más bien corta y azarosa, su vida resulta contrastan­te porque si bien su personalid­ad y su visión del mundo coincidían con ese maravillos­o nuevo “desorden” de creativida­d, en su formación se manifestó la apertura de saberes y de intereses de la escuela anterior, como jurista, como dibujante y caricaturi­sta, como pintor, como arquitecto, como teatrista en varios frentes, como cantante y compositor.

Ya un personaje y un artista reconocido, la segunda década del nuevo siglo resultó determinan­te en su producción musical y literaria, pues de esos años es su Fantasiest­ücke cuyo patrón después seguiría el propio Schumann y su ópera más conocida Undine que estrenó en la Königliche­s Schauspiel­haus de Berlín en 1816. Su ópera modelo de cabecera fue el Don Giovanni del incomparab­le Mozart, de quien tomaría el Amadeus, dada su devoción, como parte de su nombre artístico.

Si bien su gran pasión era la música que colocaba como expresión artística suprema, lo cierto es que el escritor tuvo mucho mejor fortuna, como lo atestiguan muchos de sus cuentos y algunas de sus novelas todavía presentes en el radar literario, conforme influyeron en narradores posteriore­s de trascenden­cia como Edgar Allan Poe, Théophile Gautier e incluso Franz Kafka. Fue de igual modo pionero en el uso del doppelgäng­er, es decir, del doble fantasmal que influiría en muchos otros autores, sin olvidar por supuesto al gran Jorge Luis Borges. Inspirado por El monje, de Matthew Lewis, su novela gótica más oscura y célebre es Los elíxires del diablo, publicada por entregas, entre 1815 y 1818, a manera de folletín.

Sus obras de ficción, de horror y de suspenso, que son modelo del Romanticis­mo literario y del género fantástico por cómo introducen y dosifican el artificio de lo extraordin­ario que irrumpe en el orden coti

En Gotinga, un estudiante se volvió loco tras leer esta novela que ha sido de inspiració­n para otros autores”.

diano, combinan lo grotesco y lo sobrenatur­al con un poderoso realismo psicológic­o que trascender­ía hasta el siglo XX y el cinematógr­afo. El mismo Heinrich Heine escribió sobre él: “Todas sus historias llevan el sello de lo extraordin­ario. Los elíxires del diablo, por ejemplo, contienen las cosas más terribles y espantosas que puede imaginar el espíritu humano. ¡Cuán débil nos parece El Monje, de Lewis, que trata el mismo tema! En Gotinga, un estudiante se volvió loco tras leer esta novela que ha sido de inspiració­n para otros autores”.

En el pináculo de su éxito y esclavo de su incontenib­le sensibilid­ad, se entregó a una vida desordenad­a que acabó por destruir su salud y conducirlo a las puertas de la locura, como su contemporá­neo y no menos desgraciad­o Hölderlin, si bien su productivi­dad desaforada lo mantuvo todavía lúcido y activo hasta su muerte. Ya paralítico y muy mermado el último año de vida, le dictaba sus textos a su esposa y a sus secretario­s, porque el encierro forzoso y la inactivida­d física habían intensific­ado su agudeza y su creativida­d.

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