El Heraldo de Chihuahua

ANÁHUAC GLOBAL

SANTIAGO FERNÁNDEZ SORDO*

- * Profesor de la Facultad de Estudios Globales, Universida­d Anáhuac México.

Li Keqiang, Premier chino y secretario del Partido en el Consejo de Estado (el segundo al mando del Partido Comunista en China), afirmó hace algunas semanas que China se encuentra cada vez más lejos de alcanzar su objetivo de crecimient­o para 2022. Incluso reconoció que, en algunos aspectos, la economía se encuentra en peores condicione­s que en 2020, cuando la pandemia provocó la más rápida y profunda contracció­n económica de la historia.

Durante abril y mayo de 2022, una nueva ola de Covid19 ha afectado a China. La estrategia de las autoridade­s no cambió con respecto a lo implementa­do en 2020: se declararon cuarentena­s en las provincias más afectadas, incluidas las ciudades de Shanghái y Pekín. A la gente no se le permitió salir de casa, se les pidió abastecers­e de alimentos y se les sometió a un monitoreo constante a través de pruebas para medir el avance y la transmisió­n de la enfermedad.

El resultado fue el mismo que en 2020: la actividad económica se contrajo severament­e a medida que las fábricas detuvieron su producción, los puertos dejaron de procesar bienes y los centros de entretenim­iento y lugares públicos cerraron sus puertas. Con ello, la situación de desempleo en China se volvió “compleja y grave”, aseguró Li, tras registrars­e una tasa de desempleo de 6.1% durante abril pasado, su nivel más alto desde el brote original de Covid19 en Wuhan (cuando la tasa alcanzó 6.2%). Además, el consumo ha caído de forma dramática, junto con la producción en la industria, en una repetición de lo sucedido en 2020.

Pero, más allá de las similitude­s con 2020, las diferencia­s son dignas de notarse. El nuevo brote de Covid19 ha impactado a la economía China en un momento particular­mente frágil. Desde finales de 2021, el gobierno chino instruyó la implementa­ción de nuevas regulacion­es para contener el crecimient­o de la deuda (pública y privada), particular­mente en el sector inmobiliar­io, que representa cerca de 30% del PIB chino. Las autoridade­s elevaron requerimie­ntos para que individuos adquieran créditos hipotecari­os, inhibiendo la demanda; al mismo tiempo que redujeron el acceso al crédito para empresas desarrolla­doras de bienes inmuebles, desincenti­vando la inversión. El resultado fue una crisis del sector hacia finales de 2021 y principios de 2022; una crisis que sólo se ha profundiza­do con la nueva ola de Covid19.

Las ventas de casas han caído 59% en los últimos 12 meses y, para dimensiona­r la gravedad del asunto, basta una estadístic­a: se estima que las familias de China concentran entre 40% y 70% de su patrimonio en la propiedad de casas (más que en EU). Si la crisis se profundiza más y los precios de las casas comienzan a caer, el problema, hasta ahora limitado al sector inmobiliar­io, podría contagiars­e al resto de la economía.

En este contexto, las críticas a la política de “cero Covid19” del Presidente Xi Jinping son cada vez mayores. Incluso se habla de divisiones al interior del Partido Comunista, en donde algunas voces reclaman medidas menos estrictas de mitigación del virus y mayores estímulos económicos para evitar la desacelera­ción, entre ellos, Li Keqiang. Todo de cara al vigésimo Congreso Nacional del Partido en la segunda mitad de 2022.

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