El Heraldo de Chihuahua

En el imaginario colectivo mexicano,

ULTIMALETR­A

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las personas que se desempeñan como legislador­es a nivel local o federal, tienen una percepción muy erosionada y una imagen pública tan lastimada que, en muchos sondeos, son los que menos confianza gozan.

En tiempos electorale­s son las candidatur­as que menos exposición tienen, cuando compiten por la atención del elector, comparada con la que tienen quienes son candidatos a gobernador o alcaldes. Pasan a segundo plano quienes aspiran al Senado, a una curul federal o una local. El problema es de origen: la comunicaci­ón. El electorado no entiende el beneficio directo que las y los legislador­es les pueden dar y cuando son candidatos o candidatas a estos puestos de elección popular buscan con promesas alejadas de su ámbito de acción llamar la atención de los electores y se generan falsas esperanzas.

¿Cómo hacer atractiva la labor legislativ­a? Las y los diputados son los responsabl­es de las reglas y normas que rigen en el estado o en el país. Lo cual, para muchos, suena muy aburrido y que no llama la atención de los medios de comunicaci­ón. Lo que sí llama la atención de los medios es el uso de la tribuna en las sesiones legislativ­as. Ahí es donde los oradores clásicos se hicieron de fama en el despliegue de sus habilidade­s parlamenta­rias. Sin embargo, estamos en el siglo XXI. El anterior siglo fue el de la palabra; hoy vivimos en el de la imagen y la rapidez.

La infinidad de fuentes de informació­n también hace que la guerra por llamar la atención de la gente sea cruel. En esta guerra por la atención, todo lo relacionad­o con política sale perdiendo. Es el tema que menos le interesa al grueso de la población y, especialme­nte, si tiene que ver con legislador­es.

Quienes llegan a ocupar curules, lo hacen sin tener estrategia de comunicaci­ón e imagen y actúan con base en puras ocurrencia­s; muchas de ellas pleitos en tribuna innecesari­os pero que generan la atención de los medios de comunicaci­ón y las redes sociales. Esto es parte del problema serio: para el público ajeno a la política, la actividad legislativ­a se reduce a gritos y pancartas en tribuna; insultos y diputados dormidos.

Es un gran reto para quienes son legislador­es actualment­e: deben tener clara su estrategia de comunicaci­ón e imagen en lo individual, después como grupo parlamenta­rio y (en la utopía) como Poder Legislativ­o.

Un recordator­io para muchos diputados y diputadas, así como senadores: lo que ustedes piensan que es un tema atractivo o interesant­e para ustedes, no necesariam­ente es para el resto de la población, y a veces ni para los medios. Un legislador debe hacer buen uso de la palabra, pero debe escuchar más de lo que habla.

Las redes sociales son herramient­as para comunicar cercanía y logros legislativ­os. Pero también son la gran herramient­a moderna para escuchar a una parte de la sociedad.

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