El Heraldo de Chihuahua

Necesaria, protección para familias rarámuris

Hasta el momento se desconoce la identidad de las personas que dejaron sus tierras, afectadas por la delincuenc­ia organizada

- JOEL GARCÍA El Heraldo de Chihuahua

CHIHUAHUA. Luego de que el padre Héctor Fernando Martínez Espinosa, vicario general de la Diócesis de la Tarahumara, informara que al menos 30 familias rarámuris de la comunidad de San Juan de Guacayvo, en el municipio de Bocoyna, han sido desplazada­s de sus tierras a causa de la delincuenc­ia organizada, la diputada presidenta de la Comisión de Pueblos y Comunidade­s Indígenas, Rocío Sarmiento Rufino, expresó que es lamentable que ocurran estos fenómenos sociales.

Indicó la representa­nte del Distrito 13, con cabecera en Guerrero, que acudirá a la Fiscalía General del Estado para corroborar el desplazami­ento forzado de las familias, hecho que de confirmars­e, no es nuevo, ya que se ha venido suscitando por muchos años lamentable en diferentes partes del país, entre ellas Chihuahua.

Añadió Sarmiento Rufino que se requiere de más presencia policiaca del Estado mexicano para garantizar la seguridad en los pueblos originario­s.

“Hasta el momento se desconoce la identidad de las familias que dejaron sus hogares, sin embargo es complicado que las personas tengan que dejar sus tradicione­s, patrimonio, por cuestiones de insegurida­d”, agregó la legislador­a.

Agregó Sarmiento Rufino que se requiere de acciones estratégic­as entre los 3 órdenes de gobierno, para evitar que más familias dejen sus lugares de origen.

Por su parte, el presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Néstor Armendáriz Loya, informó que de los recientes hechos informados sobre el desplazami­ento forzado de 30 familias del municipio de Bocoyna, no tiene conocimien­to formal, por lo que aún no se cuenta con datos de personas, por lo que estarán pendiente para brindar el seguimient­o correspond­iente.

Detalló el titular de la CEDH, que cuando se da este fenómeno, generalmen­te acuden a la Fiscalía General del Estado, por lo que posteriorm­ente se solicita la participac­ión de la institució­n protectora de derechos, por lo cual fueron poco más de 100 personas divididas en tres grupos las que se desplazaro­n durante 2021.

Expresó que cuando se trata del desplazami­ento de indígenas de alguna etnia, está en juego la pérdida de la identidad cultural, pero aunque no se trate de personas originaria­s, es reprochabl­e que una persona tenga que salir para salvaguard­ar su integridad y la de sus familiares.

Indicó que la Comisión Interviene una vez que se solicita por parte de las personas para conocer a detalle la situación, para analizar el tipo de apoyo que se ofrecerá por parte de la CEDH.

En tanto, el padre Héctor Fernando Martínez Espinosa, vicario general de la Diócesis de la Tarahumara, indicó que las instancias de gobierno deben tener más clara la informació­n, puesto que la Coordinaci­ón Estatal de los Pueblos Indígenas (Coepi) atendió las denuncias de las familias en Creel, quienes pidieron apoyos para pagar los pasajes que los sacarían de la región y establecer­se en casas de familiares y/o amigos donde estén más seguros.

El religioso informó que aunque cada región de la Sierra Tarahumara es diferente y la situación varía, se tiene de conocimien­to sobre casos de desplazami­ento forzado en los municipios de Guadalupe y Calvo, Baborigame, en la zona de Cinco Llagas y en este caso en particular, de San José Guacayvo, en Bocoyna.

ROCÍO SARMIENTO DIPUTADA

Lamentó el religioso que se den casos de reclutamie­nto forzado de los jóvenes, incluso donde las familias ofrecen a sus hijos para que aprendan a trabajar en actos delictivos. Agregó que la insegurida­d ha generado una situación viciada de la propia cultura, pues aunque es cierto que no hay oportunida­des de estudio y trabajo, y esto abona a que se unan a los grupos delictivos, dijo que hay una cultura de apología al crimen y de admiración, puesto que ven a niños de primaria que dibujan cosas referentes a la actividad delictiva.

Cabe mencionar que la insegurida­d pública y las disputas entre grupos delincuenc­iales obligaron a que 283 mil 879 ciudadanos emigraran de sus lugares de origen, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 realizado por el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (INEGI).

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MANOLO AGUIRRE La CEDH no tiene conocimien­to formal de la situación
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