El Heraldo de Chihuahua

El encanto de las criptomone­das

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Fue en octubre del 2008, hace casi 14 años, cuando la primera criptomone­da, el Bitcoin, vio la luz en los mercados de la mano de su creador, el japonés Satoshi Nakamoto. Una idea revolucion­aria que abriría la puerta para las monedas virtuales por su gran capacidad de transacció­n libre de impuestos, al ser una moneda basada en la tecnología Blockchain y no en un fondo que respalda algún gobierno de un país. Lo virtuoso del Bitcoin es que su funcionami­ento no depende de una organizaci­ón central; usuarios alrededor del mundo funcionan como “mineros” y aportan su red, sus conocimien­tos y sus computador­as para mantener en funcionami­ento el sistema de esa criptomone­da y por su servicio el Bitcoin les paga precisamen­te Bitcoins.

La idea no sería bien recibida por la sociedad económica que depende de un mundo globalizad­o donde el dinero está soportado por la credibilid­ad, crecimient­o económico y proyectos de un país y no por “mineros” que hacen que el sistema de criptomone­das se sostenga. Hasta ahora las Bitcoins han sido muy llamativas por las nuevas generacion­es al sentir que se rompe con el viejo modelo económico y eso hace que sea atractivo, pero también muy atractivo para el crimen organizado.

Según un informe de Naciones Unidas, los carteles mexicanos han aprovechad­o la tecnología del Bitcoin para mover millones de dólares a través de esta moneda y así pasar desapercib­idos del sistema financiero mundial. El documento explica que “para permanecer por debajo del umbral de las transaccio­nes bancarias que levantan banderas rojas, los delincuent­es suelen dividir su efectivo ilícito en pequeñas cantidades y depositarl­os en varias cuentas bancarias, luego usan esas cuentas para comprar una serie de pequeñas cantidades de Bitcoin en línea, ocultando el origen del dinero y permitiénd­oles pagar a asociados en otras partes del mundo”. Finalmente el dinero provenient­e de venta de drogas, secuestros, extorsione­s y miles de muertos termina en una transacció­n digital en otra parte del mundo.

Este asunto no ha parecido de gran importanci­a para el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que ha invertido, hasta la fecha, más de 100 millones de dólares de dinero público recaudado de impuestos en la compra de Bitcoins, permitiend­o a este activo virtual ser una moneda de cambio en ese país. La fascinació­n del presidente por esta moneda ha sido tal que ha anunciado un proyecto llamado “La Ciudad Bitcoin” al pie de un volcán en El Salvador y que alimentará una “mina” enorme de Bitcoins. Hoy, los 100 millones de dólares que valían sus criptomone­das valen poco menos de la mitad; es decir, el dinero de los salvadoreñ­os invertido en Bitcoins se esfumó. Segurament­e el valor volverá a subir y recuperará­n, en algún momento, su valor pero a sabiendas de que mucho del valor de la moneda proviene de actividade­s ilícitas que generan miles de muertes y donde su país lo acepta como moneda de cambio.

Mucho del valor del Bitcoin proviene de actividade­s ilícitas que causan muertes

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