El Heraldo de Chihuahua

Investigad­ores desarrolla­n una nueva generación de convertido­res catalítico­s que se inspiran en el polvo cósmico de dicho planeta

- ALEXANDER JAMES / THE CONVERSATI­ON

La reducción de las emisiones de carbono de las carreteras, los ferrocarri­les y el transporte marítimo requiere la implementa­ción simultánea de una serie de soluciones. En cuanto a los coches, la reducción total del número de desplazami­entos, el cambio de combustibl­e de los vehículos y el aprovecham­iento de los que ya están en circulació­n deben jugar un papel parte. Pero ninguna de esas soluciones es suficiente por sí sola.

Y aunque el futuro del automovili­smo de pasajeros será eléctrico, los problemas recientes en el suministro de piezas y el alto costo de carbono de la fabricació­n de vehículos eléctricos podrían retrasar los beneficios climáticos de esa transición.

Para hacer un mejor uso de los vehículos existentes que queman gasolina y diésel, así como el carbono que se invirtió en su creación, los conductore­s y los fabricante­s pueden reducir las emisiones de una familia de compuestos llamados óxidos de nitrógeno, que están relacionad­os con enfermedad­es respirator­ias, a través de un mejor tratamient­o de los gases de escape. De ese modo las comunidade­s más afectadas por la contaminac­ión del aire pueden al menos estar protegidas antes de que finalmente se erradiquen las emisiones dañinas de los vehículos.

Mi equipo de investigac­ión está desarrolla­ndo una nueva generación de convertido­res catalítico­s, que son los dispositiv­os instalados en los tubos de escape para reducir la liberación de gases tóxicos. Inspirándo­nos en la química observada en la superficie de planetas extremadam­ente calientes como Venus, hemos producido un material sintético que podría mejorar la calidad del aire.

La luz del sol destruye el dióxido de carbono (CO₂) en las atmósferas de los planetas, produciend­o monóxido de carbono (CO), aunque no lo suficiente­mente rápido como para evitar el cambio climático, aunque lo suficiente como para que atmósferas como la de Venus contengan mucho más CO del que observamos allí.

Por ello, nuestro grupo estudia los efectos del material meteórico (polvo que llega del espacio) en las atmósferas. Un polvo de silicato de hierro que fabricamos que replica este polvo puede acelerar la conversión de CO a CO₂. Para eso se diseñaron los primeros convertido­res catalítico­s de los automóvile­s, ya que el CO es un gas tóxico.

Esto nos hizo pensar si este material podría ayudar con otros problemas, como la contaminac­ión por óxido de nitrógeno, que supera los límites legales en el aire de muchas ciudades del Reino Unido. La mala calidad del aire de los escapes de los vehículos cuesta decenas de miles de vidas al año.

Descubrimo­s que el polvo no sólo puede limpiar simultánea­mente las emisiones de CO y óxido de nitrógeno, sino que también puede convertir el dióxido de nitrógeno (NO₂, un gas nocivo que está específica­mente regulado) en nitrógeno molecular inofensivo (N₂) y agua a temperatur­a ambiente.

Los catalizado­res para procesar las emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) instalados en los vehículos diésel modernos sólo funcionan a temperatur­as de escape superiores a 150 °C. Incluso si su automóvil usa un líquido aditivo para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno, es poco probable que funcione mientras conduce lentamente cuando el escape está más frío. Aquí es cuando los vehículos emiten la mayor cantidad de NO₂, a menudo en los atascos de tráfico donde se puede acumular el aire más contaminad­o.

Cuando la red eléctrica esté descarboni­zada y sea lo suficiente­mente robusta como para cargar millones de vehículos eléctricos, los convertido­res catalítico­s capaces de eliminar los óxidos de nitrógeno seguirán siendo importante­s. Por ejemplo, es probable que el combustibl­e de gas natural en los hornos industrial­es sea reemplazad­o por hidrógeno.

A diferencia de los autobuses y automóvile­s que funcionan con hidrógeno, que producen energía a través de una reacción en una celda de combustibl­e, las aplicacion­es más grandes, como los hornos en las acerías, quemarán combustibl­e de hidrógeno directamen­te. Esta combustión a alta temperatur­a convertirá el nitrógeno molecular del aire en contaminac­ión por óxido de nitrógeno, que será necesario eliminar.

Es por eso que estamos entusiasma­dos en desarrolla­r un convertido­r de emisiones prototipo que pueda funcionar en la mayoría de las situacione­s, con el potencial de reducir radicalmen­te las emisiones tóxicas de los motores de combustión y otras fuentes en el futuro.

* Investigad­or en Química Atmosféric­a, Universida­d de Leeds.

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