El Heraldo de Chihuahua

Los Leal y su trato humano a pacientes

La familia ha visto por la salud de los chihuahuen­ses por generacion­es, primero en un consultori­o modesto y, más tarde, en la Clínica del Parque, hoy Christus Muguerza CHIHUAHUA Y LOS INICIOS HERENCIA DE ALTRUISMO

- LUIS IBÁÑEZ / Universida­d Autónoma de Chihuahua

Tres generacion­es de médicos de la familia Leal del Rosal han visto por la salud de los chihuahuen­ses, a partir de la atención, primero en un consultori­o modesto y, más tarde, en la Clínica del Parque, hoy Christus Muguerza. Desde los fundadores de la estirpe han dejado una huella altruista y de trato humano a los pacientes, que aún permanece y se extiende a la práctica en clínicas populares. Escribimos el presente artículo a partir de unas entrevista­s hechas a Pedro Leal Solís (+) y Carlos del Rosal Díaz

EL BALONCESTO Y LA ESCUELA Pedro Leal Rodríguez nació en 1908 procedente de una familia humilde de Saltillo, Coahuila. Huérfano a los 10 años, su madre se ve en la necesidad de trabajar duro para sacar adelante a sus hijos, de los cuales Abelardo, el mayor de ellos, y Pedro, se enrolaron en la Escuela Médico Militar en la Ciudad de México, gracias a que los dos jugaban baloncesto.

Por años, miembros de la familia acudieron a las canchas de la Deportiva a jugar el popular deporte que fue vehículo de progreso.

En la escuela, Pedro conoció a Chanita, hija de Jesús del Rosal Mayorga, director de la escuela. Chanita, por su parte, estudiaba la carrera de Química. Pedro egresa de la escuela en 1932 y es enviado a Michoacán, donde le toca atender a los heridos de la Guerra Cristera. De vuelta en la Ciudad de México le ofrecen regresar definitiva­mente al estado de Michoacán o a Chihuahua. Pedro opta por Chihuahua, debido a que considera que una mayor distancia de su familia

INICIALMEN­TE empezó a consultar en su propio domicilio y poco a poco se fue introducie­ndo en la práctica médica dentro de los sanatorios de la época: el Palmore, el Verde y el Central. Donde fue especializ­ándose en el ejercicio de la urología, materia que enseñó muchos años en la UACh política les daría a él y a Chanita la posibilida­d de desarrolla­rse de manera más independie­nte a la carrera militar.

Llegaron en 1934 a Chihuahua a habitar un domicilio modesto de la calle Libertad. El doctor Leal llegó como jefe del Batallón 52 de Sanidad. Inicialmen­te empezó a consultar en su propio domicilio y poco a poco se fue introducie­ndo en la práctica médica dentro de los sanatorios de la época: el Palmore, el Verde y el Central. Con los años, su casa-consultori­o se trasladó a las calles 4a y Ojinaga. No obstante que en ese tiempo existían médicos generales, el doctor fue especializ­ándose en el ejercicio de la urología, materia que enseñó muchos años en la UACh. Una herencia que le dejó la vida militar fue la disciplina y prácticas, como el baño matutino con agua fría.

Otro de sus cometidos fue la atención a menesteros­os sin cobrar, tal como se hacía en los hospitales arriba mencionado­s por parte de varios médicos altruistas. Chanita del Rosal de Leal decía que la Clínica del Parque se había hecho con los recursos de los pacientes que sí podían pagar (muchas ocasiones mediante crédito a la palabra), y con las oraciones de los que no habían podido sufragar sus consultas ni medicament­os. El Heraldo de Chihuahua recoge en sus ediciones de los años 50 un reconocimi­ento público que le hicieron los veteranos de la Revolución.

CHANITA Y LA CLÍNICA

En este punto es ilustrativ­o señalar una anécdota de 1952, cuando una familia dueña del actual predio que ocupa la Clínica decidió viajar a Europa y por azares de la vida la Guerra Mundial los atrapó sin poder regresar ni vender la propiedad. Por ello, la casa y el lote se subastaron al mejor postor. Chanita del Rosal acudió a postular su oferta frente a otros. No obstante, el entonces comerciant­e y filántropo Lázaro Villarreal, al oír de Chanita que su objetivo era edificar una clínica, convenció al resto de los interesado­s a dejarles la opción de compra a ella. Años después, la familia Salomón Beyer, propietari­a de la casa contigua, les vendió el predio a los inversioni­stas.

Carlos del Rosal Díaz, exdirector de Bimbo de Chihuahua y pariente de Chanita, nos explica que ella tenía una inteligenc­ia emocional y un don de gentes extraordin­ario, de manera que educaba en el servicio de calidad y calidez a las enfermeras y al equipo de médicos, además de la familia ampliada que se fue desarrolla­ndo alrededor de la clínica. Podríamos decir que tuvo como diferencia­dor la gestión humana que todavía se percibe en el trato, muchos años después de desapareci­da.

El doctor Leal considerab­a que la clínica debía tener la calidad suficiente para que los pacientes no tuvieran que viajar a México o a Estados Unidos a atenderse. Además, fundó la Clínica de Ávalos e igualmente dirigió el Patronato del Hospital

Central (en el que participar­on René Lozano, Manuel y Abel Beltrán del Río y los médicos Raúl Torres Ondovilla y Arturo Rico), que obtuvo recursos para edificar las habitacion­es de las enfermeras religiosas del nosocomio, según relata El Heraldo.

En el arranque de la Clínica del Parque (mayo de 1959), participar­on: María Díaz de del Rosal, Rodolfo del Rosal Paulín, Jorge Galván, Antero Jiménez, Alfredo Porras, el Dr. Russek y Raúl Torres Ondovilla, algunos de ellos filántropo­s muy reconocido­s en su tiempo.

Por ocho décadas, varios hermanos, hijos y nietos se han dedicado a la medicina: Abelardo e Isidoro Leal Rodríguez, Rodolfo del Rosal, Jesús, Pedro, José Antonio y Luis Leal del Rosal, José Antonio y Manuel Leal Almeida, Carlos Leal Meléndez, Fernando Leal Hernández, Pedro Leal Solís y Pedro Leal Marrufo.

La herencia filantrópi­ca de la pareja Leal del Rosal se extendió en múltiples institucio­nes y actividade­s, como el establecim­iento de clínicas móviles, consistent­es en disponer un cajón de tráiler totalmente equipado para que varios médicos pudiesen atender cirugías y enfermedad­es en la Tarahumara.

También son conocidas las clínicas de atención en zonas populares de la ciudad, de bajo costo y servicios de primer orden. La Clínica de la colonia Riberas de Sacramento. La Clínica Lupita de la colonia Revolución y la Clínica Chanita, en la colonia Vistas de Cerro Grande, con apoyo de la Fundación Lafón.

Su pensamient­o se resume en la siguiente divisa: “El liderazgo no se trata de estar al mando, sino de ver por las personas a tu cargo”.

La herencia filantrópi­ca se extendió en múltiples institucio­nes y actividade­s, como el establecim­iento de clínicas móviles para atender cirugías y enfermedad­es en la Tarahumara

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CORTESÍA: MARGARITA MARRUFO Pedro Leal y Chanita del Rosal

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