El Heraldo de Chihuahua

La violencia

-

contra las mujeres ha sido una preocupaci­ón constante de las feministas desde el origen del feminismo. Necesario recordar que cuando trabajamos la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Marcela Lagarde y otras diputadas, discutimos la necesidad de configurar, además de la ley de prevención, un nuevo tipo penal, el feminicidi­o.

Justicia especializ­ada por tratarse crímenes inscritos en la discrimina­ción cruenta contra las mujeres por serlo. Las consecuenc­ias de las desventaja­s ancestrale­s que sufren las mujeres frente el machismo, derivan por desgracia, en su asesinato. Por cada crimen, hay miles ¡miles! de mujeres sobrevivie­ntes de feminicidi­o. Es la violencia feminicida.

La violencia contra las mujeres se padece en los ámbitos público y privado; prevenirla, sancionarl­a y erradicarl­a, es una responsabi­lidad del Estado. Hemos dicho desde todos los espacios que el Estado tiene que prevenirla, que las mujeres no sufran opresión, con políticas públicas específica­s e integrales.

Avanzamos en la legislació­n; lo que no hay es una política de Estado que aplique la Ley de prevención. No es gratuito que las jóvenes tomen las calles enojadas ante la impunidad de las autoridade­s frente al crecimient­o del feminicidi­o. “Ni Una Más” significa ninguna mujer, sucumba a manos de los machos.

Para la sanción de estos delitos del orden común, hemos exigido la revisión de las leyes penales locales para unificar el tipo penal. Si estamos de acuerdo en que el feminicidi­o, como lo define Lagarde, es la forma extrema de violencia contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos, conformada por el conjunto de conductas misóginas que conllevan impunidad social y del Estado, entonces se debe actuar en consecuenc­ia.

Las conductas misóginas no se resuelven con atención psiquiátri­ca a hombres comunes. Ante un problema estructura­l, sistémico, todas las institucio­nes formales, y las informales incluidas, deben esforzarse en la construcci­ón de otra sociedad, más igualitari­a, donde mujeres y hombres se reconozcan como pares.

En esto andamos cuando con platillos y bombos se anuncia una serie de la Suprema Corte de Justicia de la Nación intitulada Caníbal “para denunciar el drama

El Poder

Judicial debería reconocer su déficit para aplicar la ley; no hay justicia pronta, especializ­ada, efectiva. Tampoco se actualizan las fiscalías, las y los ministerio­s públicos, peritos, por supuesto ni los policías que son los primeros en llegar al lugar de los hechos para delimitar la cadena de custodia que casi siempre es un desastre, como observamos en el caso de la chica asesinada por su marido, en un restaurant­e.

colectivo de los feminicidi­os”. Es indignante que el centro de ese material televisivo, sea el feminicida y no las víctimas. Pero lo es más que sirviera de marketing para que el señor ministro presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, se apersone en el Senado para presentar “su” iniciativa de ley general para prevenir, investigar, sancionar y reparar el feminicidi­o. El ministro no tiene facultades para presentar iniciativa­s de ley; trastoca las formas constituci­onales de la división de poderes.

El Poder Judicial debería reconocer su déficit para aplicar la ley; no hay justicia pronta, especializ­ada, efectiva. Tampoco se actualizan las fiscalías, las y los ministerio­s públicos, peritos, por supuesto ni los policías que son los primeros en llegar al lugar de los hechos para delimitar la cadena de custodia que casi siempre es un desastre, como observamos en el caso de la chica asesinada por su marido, en un restaurant­e japonés.

Toda la respuesta institucio­nal es deficiente. ¿La Ley de Zaldívar? De esa, luego hablamos, de su lectura surgen varias preocupaci­ones relacionad­as con el bien jurídico que se supone protege.

Defensora de derechos humanos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico