“El hombre que está rodeado de asesinos
vive peor que en la selva, porque sus propios semejantes pueden representar el crimen”. Fernando Savater
U n pueblo guerrero, cruel y genocida, es el español. Durante centenares de años se enfrentaron diferentes etnias entre sí, por el dominio y posesión de las tierras de la península Ibérica. Arribaron los fenicios, los helenos, los cartagineses (herederos de los fenicios), romanos, visigodos, vándalos, vascos o eúskaros (de origen desconocido), bizantinos, vikingos, árabes, alanos, almohades, benimerines y lusitanos. Siglos de invasiones, guerras santas y de saqueo. Todavía en el año 1492, en el mes de abril, los reyes católicos, derrotaron al monarca de Granada, liberando a España de la ocupación de la morisma. Después España se dedicó a invadir enormes territorios del continente Americano, llegando al apogeo de su poder con el rey Felipe II. La monarquía absoluta empezó a decaer y crecieron las monarquías de Francia, Holanda y Gran Bretaña.
En el año 1808, Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, invadió España, quitó del trono a Carlos IV y en su lugar puso a su hermano José (Pepe Botella) Bonaparte. España se vio de repente sin su rey absoluto y las colonias y la metrópoli organizaron juntas de gobierno, para preservar el poder, pero la mayoría de los integrantes de esos órganos eran liberales masones, enemigos de la monarquía absoluta y de los privilegios del clero. En Cádiz, se reunieron representantes de toda España y sus colonias para discutir y proclamar un texto constitucional que limitaba el poder del rey y acotaba privilegios del clero. La Real Audiencia de Nueva España actuó con rapidez y crueldad (eran puros españoles) y asesinaron a sus líderes, los criollos Francisco Primo de Verdad y Ramos (síndico) y Fray Melchor de Talamantes. Surgieron en nuestra patria varias conspiraciones, las principales en Valladolid y en Querétaro con la finalidad de colocar un gobierno, que rechazara a los franceses y diera participación a los criollos. En este escenario Miguel Hidalgo encabezó un movimiento revolucionario, que eliminó algunos privilegios de los españoles y criollos, además de prohibir la esclavitud y de desaparecer impuestos que afectaban a los indomestizos.
El clero y el ejército de España capturaron a los caudillos del movimiento insurgente y los trajeron a Chihuahua, para juzgarlos y matarlos. El 30 de julio de 1811 Hidalgo fue materialmente destrozado por las tres descargas de los fusiles del pelotón. Por dinero para adquirir armas para su División del Norte que se robó un judío de Columbus, N.M, Francisco Villa, ordenó a lo que le quedaba de sus fuerzas, atacar el punto fronterizo (la mayoría de los autores consultados, afirman que Villa no penetró a territorio norteamericano). El ataque encolerizó al gobierno de la Casa Blanca y a la prensa jingoísta. Pronto organizaron una fuerte columna e invadieron nuestro estado de Chihuahua, para capturar a Villa. El presidente Carranza les dio autorización para llevar a cabo la “expedición punitiva”. Continuará