El Heraldo de Chihuahua

Pobres y ricos

El pobre tiene derecho a que se haga justicia, pero también tienen derecho los que se resisten a ser pobres. Existe algo peor que tener que pagar impuestos, esto es, no tener por qué pagarlos.

- Mario Góngora Hernández Licenciado en Administra­ción de Empresas e instructor en programaci­ón neurolingü­ística

La mayor parte de las injusticia­s no se cometen deliberada­mente. Ni la pobreza extrema ni la riqueza excesiva escuchan razones. La historia nos dice que siempre ha habido pobres y ricos, y desde que entendemos las diferencia­s, la fricción ha sido siempre la misma.

Lo que sí sabemos, es que los que trabajan y no ganan lo suficiente para vivir, la pasan mejor que los que no trabajan, así como también sabemos que los que sólo vivieron para ser ricos, cuando por fin lo lograron, el precio que pagaron acortó su vida radicalmen­te.

Muchos de los que insisten en que termine la propiedad privada y que se reparta la riqueza (según los comunistas 4T y el mismo Papa), sufren y se quejan cuando alguien toma lo que consideran que les pertenece. Y hasta les gusta heredar sus puestos a sus familiares en alguna dependenci­a oficial.

Muchos piensan que su honradez es lo único que los mantiene en la pobreza, pero esta es una pobre excusa. La honradez no es más que una de las virtudes necesarias en el ser humano. En nuestra sociedad ya no hay aquellos que mueren de hambre por sus conviccion­es. Hoy en día una gran mayoría se ha entregado al culto del dinero, venga de donde venga.

Si la abundancia de dinero nos sirve de poco, el no tener ninguna nos puede causar humillacio­nes, penas y dolores que el dinero puede prevenir. Sin embargo, no es la posesión, sino la utilizació­n lo que constituye la riqueza.

Pienso que el propósito final de la riqueza es que haya el mayor número de gente sin hambre, con salud y con comodidade­s no ostentosas. La miseria es una protesta de la naturaleza contra la degradació­n personal.

Tenemos sólo razón en una baja proporción, si pensamos que somos pobres por culpa de los gobiernos corruptos que tenemos, porque sólo se es verdaderam­ente pobre, y no necesariam­ente económicam­ente, si somos envidiosos, perezosos, débiles y sin esperanza alguna.

No es codicia el pedir una recompensa proporcion­ada a lo que damos, ni vanidad el intentar ser el mejor en alguna actividad útil. Acumular mucho dinero debe ser sólo una ambición secundaria, pero buscar el dinero suficiente para cubrir nuestras necesidade­s es solamente seguir nuestro propio instinto de superviven­cia. Desafortun­adamente, para cada vez más personas, “lo necesario” es lo más innecesari­o. Existen dos formas de hacer dinero: una es no pensar en otra cosa más que el dinero, ni vivir por otra cosa que el dinero, ni tener otra religión que el dinero. Otra, es merecer el dinero, sin tener demasiado interés por él. Debemos recordar al mismo tiempo, que la riqueza no es la causa de la pobreza, sino su antídoto.

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