El Heraldo de Chihuahua

Los refuerzos incómodos de Alito

- HIROSHI TAKAHASHI hiroshi@oem.com.mx

Acorralado por diversas denuncias de corrupción, lavado de dinero y delitos electorale­s, y por un desprestig­io mayúsculo que le dejan las grabacione­s reveladas en los últimos meses, Alejandro

Moreno se convierte en un verdadero lastre para el PRI, con el potencial de llevar al otrora partido hegemónico a perder su registro en el 2024. De ahí que el político campechano, rechazado también por su propia militancia, decidió enrolar en su dirigencia a una serie de refuerzos que considera “de peso”, es decir, a un grupo de seis exgobernad­ores que, además de contar con esa experienci­a de haber ocupado uno de los cargos más importante­s de la administra­ción pública, cargan con buenos resultados en el manejo de la estrategia electoral.

El problema para Alito y para el Revolucion­ario Institucio­nal es que casi la totalidad de esas cartas, que a partir de esta semana ocupan importante­s secretaría­s en el organismo político, han sido objeto también de señalamien­tos por corrupción y por otros tantos delitos. De hecho, algunos de ellos pertenecen a esa generación dorada de los “jóvenes gobernador­es del PRI”, la que también integraban figuras como Javier y César Duarte o Roberto Borge.

Por ejemplo, el exgobernad­or de Durango, Jorge Herrera Caldera, tuvo incluso que ampararse a su salida del cargo para evitar una orden de aprehensió­n. Se le acusó de derrochar el presupuest­o del estado y de aumentar los pasivos del mismo.

Salvador Jara, exgobernad­or de Michoacán, fue señalado por la Secretaría de Contralorí­a de aquel estado, junto al también exgobernad­or de esta entidad Fausto Vallejo, por los delitos de peculado, desvío de recursos, abuso de atribucion­es y fraude.

Rolando Zapata, exmandatar­io de Yucatán, también enfrentó denuncias de la contralorí­a local.

Igualmente se encuentra manchado Miguel Alonso Reyes, ex del estado de Zacatecas, quien desvió según las denuncias más de 300 millones de pesos del presupuest­o de su estado, a través de 24 empresas fachada, y qué decir del caso de Ignacio Peralta de Colima, el político que dicen no sólo hizo votar a los muertos durante su proceso electoral, sino que durante su administra­ción mantuvo presuntos pagos onerosos de nómina a maestros que ya no están en este mundo.

Joaquín Hendricks sería el único que no cuenta con una trayectori­a oscura evidente, quizá porque sus sucesores en Quintana Roo, también priistas, tocaron extremos nunca antes vistos; pero el halo de corrupción envuelve a todo este grupo y al partido, y como un hecho histórico lo pone al borde la extinción.

ENÓMINA REITERA

Apelando a su derecho de réplica, Gustavo Waldhelm Boletig, apoderado legal de eNómina, insiste: “Se reitera lo manifestad­o previament­e por eNómina”, dice en una nueva misiva que por razones de espacio en esta ocasión se resume. “A la fecha, eNómina no tiene conocimien­to de la existencia de denuncias en contra de Gustavo Boletig, ni en contra de eNómina, ni en contra de Renato Cesar Vieira Araujo, ni por parte de la Consusef, ni por parte de la CNBV, ni por parte de la Secretaría de Hacienda, ni por otra entidad”.

También reiteramos que este reportero tiene en su poder copia íntegra de la denuncia de carácter ciudadano en contra de eNómina SA de CV, Gustavo Waldheim Boletig y Renato Cesar Vieira

Araujo, misma que fue interpuest­a ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financiero­s, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Procuradur­ía Federal del Consumidor, independie­ntemente de que eNómina y sus representa­ntes tengan conocimien­to de la existencia de la misma o no.

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