¿Es posible una real existencia filosófica?
Se invierte mucho tiempo, ánimo y dinero en lo que no tendrá efectos materiales o siquiera rendimientos económicos; ¿y luego de eso, qué? HITO ANTES AÑOS
Es posible vivir de manera filosófica? Para los allegados a la filosofía esta es la pregunta más inquietante que se nos presenta. Después de un tiempo de haber invertido tu tiempo, tu ánimo y tu dinero en algo que se sabe no tendrá efectos materiales, no se diga rendimientos económicos, no queda más que preguntarse un ¿y ahora qué? ¿Qué puedo hacer con aquello que sé? ¿Para qué me ha preparado la filosofía? Primero tendríamos que preguntarnos qué cosa es la filosofía, aunque esa pregunta ya se ha respondido varias veces, por ejemplo Heidegger, Deleuze y Guatari, por lo que habría que preguntarse por la filosofía en la actualidad.
La filosofía ha dejado de ser como la que estudiamos históricamente en las facultades. Basta con echar una mirada más o menos “crítica” (por no decir quisquillosa) para darse cuenta de que dicha historia es la historia de un saber burgués que dio vueltas sobre sí mismo durante siglos deviniendo en un monolito de sistemas y verdades universales. Es hasta mediados del siglo pasado junto con los intelectuales de los sesentas cuando el discurso monolítico y burgués de la filosofía presenta fisuras y deformaciones, cuando comienza a hablar de objetos diferentes, a poner sobre la mesa aspectos de la vida mucho más cercanos a los individuos de a pie, como el poder, el saber, el placer, el deseo.
Ya en alguna parte Aristóteles nos comenta que para dedicarse a la vida filosófica es necesario el tiempo libre y en efecto, no son pocos los ejemplos de filósofos con vidas cómodas y resueltas, es más que sabido —y es un chiste común— que el mismísimo Marx nunca trabajó e
ES HASTA mediados del ya pasado siglo XX cuando se comienza a hablar de objetos diferentes, a poner sobre la mesa aspectos de la vida mucho más cercanos a los individuos de a pie, como poder saber, placer y deseo. incluso en la actualidad los que se dedican al bios teóricos son los académicos, personas que viven de becas y estímulos. Claro, no decimos aquí que la filosofía sería mejor si los académicos y filósofos conocieran lo que es una jornada de ocho horas, una línea de producción o las mieles del servicio al cliente, de ser así su quehacer filosófico no sería posible o resultaría sumamente difícil pues la filosofía como cosa seria y esforzada requiere tiempo y mucha tranquilidad además de una distancia sana del mundo y su dinámica.
Teniendo en consideración lo anterior y que la vida moderna sólo es vida si se produce y se consume, las instancias de
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formación de filósofos se empeñan en generar más bien autómatas del cuestionamiento y el pensamiento crítico, lo que en esencia no está mal pero no termina de embonar con la lógica del capital: no se precisa de personas que cuestionen los procesos sino de personas que los hagan funcionar o que los mejoren, pero sin hacer mucho escándalo al respecto (cosa que desafortunadamente los filósofos no saben hacer). Sin embargo, los programas de filosofía se empecinan justificar su existencia produciendo sujetos con habilidades que bien podrían ser propias de otras carreras del área de humanidades (lectura, escritura, investigación, pensamiento crítico o pensamiento lateral) ya que el conocimiento filosófico, el monolito de la tradición, es con franqueza más inútil que dichas aptitudes pues poco o nada le importa a las empresas o gobiernos qué dijo Aristóteles sobre la virtud o qué es el imperativo categórico de Kant.
La filosofía fue la madre de todas las ciencias y ha muerto, aquellos que la estudiamos somos herederos de la fortuna acumulada en siglos, esperamos para ver qué tanto de ese capital cultural podemos tomar, aunque tal vez ya no alcance para un gran y ostentoso sistema con su metafísica, su epistemología y su ética. Se pueden hacer microanálisis para echar luz sobre problemas concretos; eso en el caso de aquellos que salgan favorecidos en la lectura del testamento de la filosofía, para el resto puede que la existencia filosófica no sea posible y prefieran olvidar esa posibilidad o puede que más allá del quehacer filosófico puedan vivir una vida inspirada en las máximas de la filosofía, como viviendo de los refranes y enseñanzas de un pariente muerto, vivir bajo el “conócete a ti mismo” o “lo importante no es lo que el mundo ha hecho de nosotros, si no lo que hacemos con lo que el mundo ha hecho de nosotros”, aunque esto último deja en una situación muy curiosa a la filosofía. Irónicamente, la filosofía vista así sobrevive al modo de la autoayuda.