¿Es usted un dictador?
Era Finlandia, 1929, cuando el movimiento de extrema derecha, Lapua, hizo su aparición en la escena política buscando destruir el comunismo por todos los medios posibles. Para tal fin, amenazaba con acciones violentas si no se cumplían sus propuestas y atacaba a los políticos principales que consideraba colaboradores de los “enemigos”. Llegó al extremo de organizar una marcha en un intento de golpe de Estado para sustituir al gobierno por otro que fuera “apolítico” y “patriota”. Conforme Lapua se hizo más radical, los partidos tradicionales rompieron con él.
A finales de 1930, los partidos finlandeses cerraron filas, incluyendo a su principal adversario político, los socialdemócratas, formando el llamado Frente de la Legalidad para defender la democracia frente a los extremistas violentos. Personalidades importantes rechazaron categóricamente a sus antiguos aliados y el movimiento Lapua quedó aislado. El breve brote de fascismo en Finlandia había terminado. Este evento contado por los académicos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt tiene gran relevancia para nosotros: ¿La democracia en México está en peligro?
No debe llevarnos a sorpresa ni puede escatimarse el reflexionar sobre el tema si el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), experimenta una abierta o velada simpatía por los distintos populismos que han surgido en los últimos años. Los autores del libro “Cómo mueren las democracias” comparten una tabla para identificar las características de una persona autoritaria. Juzgue usted y llegue a sus propias conclusiones.
El autoritario rechaza (o acepta débilmente) las reglas democráticas cuando no obedece la Constitución o dice que el pueblo está sobre ella:
Puede oponerse al resultado de las elecciones creíbles o usa medidas extraconstitucionales como golpes militares o manifestaciones masivas para forzar un cambio en el gobierno. ¿Recuerda usted a alguien que se hizo llamar “presidente legítimo”? El autoritario niega la legitimidad de los adversarios políticos:
Dice que sus rivales son subversivos, delincuentes, son una amenaza y aliados del neoliberalismo. ¿Recuerda el uso de las palabras “traidores, corruptos o conservadores”? El autoritario tolera la violencia: Se niega a condenar actos violentos y tiene lazos con bandas ilegales.
¿Recuerda alguien que defienda tiranías, guerras injustas o libere a criminales? El autoritario restringe las libertades civiles de la oposición: Amenaza legalmente a personas críticas, partidos de oposición, asociaciones civiles o elogia medidas represivas de otros gobiernos. ¿Recuerda a alguien que haya sido detenido, pero no encarcelado o encarcelado sin ser declarado culpable? Cumplir uno solo de los puntos anteriores debería disparar las alarmas. Cuando hay por delante a un autócrata declarado, la élite política debe unirse, rechazarlo sin ambigüedades y defender las instituciones.
Hay que ser valientes, políticamente, y preguntarse, ¿es usted un dictador en potencia?