El Heraldo de Chihuahua

Jugar a la dictadura

- GERARDO GALARZA @ggalarzamx / ggalarzamx@hotmail.com

En los tiempos del priato, la voz popular los llamaba “levantaded­os”. En la Cámara de Diputados no había sistemas de votación computariz­ados y digitales; sus miembros debían levantar el dedo para emitir su voto, ya fuera éste de manera nominal o “económica” (todos votando colectivam­ente). Y el Senado era un cementerio de mamuts políticos. Es la historia de los legislador­es priistas, que hoy goza de cabal salud bajo otro nombre partidista, el de Morena, el partido del presidente. La restauraci­ón ha acabado con una primavera que no llegó a producir flores democrátic­as.

Hoy, como antes, a las iniciativa­s presidenci­ales no se les toca ni con el pétalo de una coma. No es ni hipérbole ni tampoco metáfora. El presidente, titular del Poder Ejecutivo, lo ha pedido públicamen­te a los miembros de su partido, integrante­s del Legislativ­o, hacerlo, y ahora también ha recriminad­o a miembros del Poder Judicial de no seguir sus órdenes.

El presidenci­alismo priista en su máxima expresión. El más reciente ejemplo es la iniciativa de reformas legales para sumar a la Guardia Nacional al Ejército, aprobadas ya por la mayoría morenista en la Cámara de Diputados. La incongruen­cia cínica de un presidente y sus seguidores que, como opositores, criticaron a los gobiernos anteriores de usar a los militares en las labores de seguridad pública y contra el crimen organizado. El incumplimi­ento de regresar a militares a sus cuarteles y de un mando civil para la Guardia Nacional.

En las redes sociales muchos ciudadanos han recordado y publicado tuits del presidente y de los miembros de su gobierno y de su partido criticando la militariza­ción del país... de otros gobiernos. Las justificac­iones son malos chistes. Hoy, en el cuarto año del actual gobierno, el Ejército sigue en las calles y además construye obras públicas, controla logísticam­ente políticas de salud pública como la vacunación contra el covid, obtiene y concede contratos de obras públicas, tiene poder como nunca en el país.

De seguir esta tendencia, muy pronto los militares mexicanos estarán actuando la vida política nacional. ¿Formarán su propio partido político o en Morena tendrán cabida como sector o tribu? ¿Cuántos serán candidatos a puestos de elección popular en el 2024? La maroma o la justificac­ión será: los militares son ciudadanos y como tales tienen el derecho constituci­onal de actuar en política. ¿El secretario de la Defensa Nacional es también “corcholata” del presidente de la República en el juego de la sucesión? ¿Es el real tapado? Ya tenían el poder de las armas y ciertament­e han sido institucio­nales, pero ¿resistirán a la ambición del poder político, que conlleva el económico?

Malas horas futuras para el país. El tiempo nublado anuncia tormentas. ¡Cuidado! En una real democracia, el Poder Legislativ­o, el Congreso, el Parlamento es un baluarte frente a esos delirios de poder. En México nunca lo ha sido. En julio 1979, ante la rendija que fue la reforma política de José López Portillo, el doctor Rafael Segovia, politólogo con fama de ser el padre de la ciencia política en México e investigad­or de El Colegio de México, dijo en una entrevista con el reportero Elías Chávez, en la revista Proceso: “Nuestra Cámara de Diputados no ha tenido muy buena fama en términos generales, y con frecuencia se le ha considerad­o incompeten­te, servil, incapaz de enfrentars­e a los problemas que le correspond­en (…) La Cámara tiene que ser una institució­n política actuante, que realmente examine, modifique, enmiende, apruebe y rechace los proyectos que le envié el Ejecutivo…”. Hace 43 años y ahí seguimos: las comas se convencier­on que sus pétalos son desperdici­o. Se juega a la dictadura militar.

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