Hablar de la militarización
en el país es sopa de todos los días, López Obrador ha otorgado al Ejército más poder del que nunca se imaginó, aparte de la militarización de la seguridad pública, se le han dado al Ejército facultades extraoficiales y sin sustento legal, en contravención de lo que mandata la carta magna.
Las funciones del Ejército son “defender la soberanía e integridad de la Nación”, y de ahí se derivan otras funciones de importancia, que están muy lejos de encuadrar en las decenas de acciones civiles que el presidente impuso a miembros del Ejército; los soldados realizan tareas que no son de su competencia y los alejan del verdadero compromiso que debe tener el Ejército con los mexicanos; son albañiles, constructores del fallido Aeropuerto de Santa Lucía, de cientos de bancos del Bienestar, de tramos del Tren Maya, de remodelación de hospitales, y encargados de capacitaciones policiacas, del control de puertos y aduanas; igual hacen trabajos en apoyo a programas sociales y otros tantos derivados de la emergencia sanitaria por el Covid. López Obrador ha exagerado en su intención de militarizar al país, después de que criticó por todos los medios posibles a los gobiernos anteriores al suyo por sacar al Ejército a las calles, para apoyar en el combate a la delincuencia organizada.
Una de sus más importantes promesas de campaña (que duró 18 años), y con la que enganchó a un gran sector de la población de clase media, fue precisamente regresar al Ejército a los cuarteles; recientemente se publicaron en redes sociales mensajes de Twitter de López Obrador y de sus colaboradores de la T de 4a, que han sido recopilados por el PAN con fechas que van desde el 2010 al 2018, en los que critican que se haya sacado a los militares de los cuarteles,
el propio AMLO fue de los primeros en afirmar que el militarismo no es solución y que se debería fortalecer el poder civil con el establecimiento de la democracia, ya va en el cuarto año de gobierno y ahora sufre de amnesia.
Otros que lo siguieron con el mismo mensaje son: Alfonso Durazo, Yeidckol Polevnsky, Epigmenio Ibarra, Layda Sansores, Claudia Sheinbaum, Tatiana Clouthier, Fernández Noroña, Irma Eréndira Sandoval, Citlalli Hernández, Delfina Gómez, Manuel Bartlett, entre otros recalcitrantes defensores de López Obrador. El Ejército es una institución que tiene entrenamientos muy específicos, está entrenado para el combate, para matar en dado caso; la seguridad pública debe recaer en fuerzas policiacas civiles, no del Ejército.
La reforma constitucional para la creación de la Guardia Nacional tuvo el consenso de las diversas corrientes políticas, con la condición de que sus mandos fueran civiles, y así debe permanecer.
Aunque el Presidente tenga el carácter de jefe máximo de las fuerzas armadas, las fuerzas armadas como el Ejército y la Marina deben ser leales a México, no al Ejecutivo en turno, de lo contrario se corre un grave peligro, porque ese es el camino que antes trazaron los que han sido y siguen siendo dictadores.