Diría Juan Gabriel, ¿y todo para qué?
La verdad me causó mucha gracia el rompimiento o “suspensión temporal” que hizo la alianza “Va por México”. Digo gracia porque sólo una persona ilusa podría pensar que eso iba a durar. Por todos lados se veía que iba a fallar y en esta columna se estuvo diciendo desde hace varios meses.
Los intereses que existen en sus integrantes son enormes y no los dejarían avanzar tan fácilmente. Además, existe mucha cola que les pisen, sobre todo a los del PRI. Este error le costará sangre al PAN, porque se casó con eterno rival y el enemigo que le dio razón de ser. Ahora sólo se quedarán con el descrédito y no con la rentabilidad en votos. Desde inicio fue un error, pero fue la apuesta de la dirigencia de Marko Cortés que ingenuamente creyó que sus cálculos matemáticos y no los éticos iban a funcionar. Falló una vez más la dirigencia del PAN. Qué triste, la verdad. Pero es lo que tenemos.
Se ha escuchado mucho que es la peor época de la democracia y de los partidos. Pues claro, si les hemos permitido todo y aún así les damos nuestro voto con tal de que no gane el que odiamos. Nos hacen creer que no hay de otra y que debemos seguir midiéndose con la varita del pasado. Me refiero a la medida de compararlos con el gobierno anterior y no con el deber ser. Es la unidad de medida más mediocre que existe en las democracias porque se avanza muy poquito de un gobierno a otro y se llega al estancamiento. Debemos medir con la medida del deber ser y del deseo real de la gente.
La democracia verdadera se mide con la comparativa entre los deseos reales de las personas y las acciones del gobierno. ¿Crees que el gobierno hace lo que la gente realmente quiere? Si tu respuesta es NO, es porque hay una falla en la democracia. Esa falla yo se la atribuyo principalmente a los partidos políticos que se han convertido en cúpulas de poder que conceden candidaturas a quienes mejor se acomoden al sistema. Siendo el
¿Qué parte representa un partido? Esa es la pregunta que genera la crisis de representación que tenemos ahora. Por eso debemos exigir más rendición de cuentas a las dirigencias y cuestionar sus acciones electoreras.
sistema ese grupo de personas interesadas en el poder para poder y no en el bien común como principal eje de acción.
¿Qué parte representa un partido? Esa es la pregunta que genera la crisis de representación que tenemos ahora. Por eso debemos exigir más rendición de cuentas a las dirigencias y cuestionar sus acciones electoreras.
Todas las personas que integran los partidos dicen: volvamos a las bases. Pero nadie se atreve a iniciar con la crítica desde adentro porque eso puede tener repercusiones en el futuro político personal de cada miembro.
La congruencia es rentable. Obviamente los cálculos políticos traen rentabilidad en el corto plazo pero no es sustentable. Al paso de una o dos elecciones mueren esas alianzas con todo y sus partidos, porque murió la defensa de los ideales que estaban uniendo a sus miembros. Por eso la mejor opción es la congruencia que hace más fuerte electoralmente a los partidos en el mediano y largo plazo.
Pensemos fuera de la caja. Forcemos que existan nuevas alternativas.