En días pasados en Chile se desarrolló
un ejercicio de consulta ciudadana mediante un plebiscito mediante el cual la ciudadanía podía decidir si aceptaba o rechazaba la iniciativa propuesta en la cual el constituyente trabajó por tres años.
Chihuahua está en un proceso de reforma constitucional, no obstante, la participación de la ciudadanía en la construcción y elaboración de la propuesta de reforma ha sido casi nula. ¿Qué tan necesaria y sobre qué temas debe reformarse nuestra Constitución?, de verdad, ¿dejaremos de nuevo todo en manos de las y los diputados?, uno de los grandes problemas de nuestro país y el estado es que las normas dicen una cosa y la realidad es otra, esto pasa por no hacer parte a la ciudadanía (que conoce la realidad) en la toma de decisiones y elaboración de instrumentos normativos.
A esta altura se deben estar preguntando ¿cómo hacer parte a las y los ciudadanos de una reforma constitucional? La clave está en la Ley de Participación Ciudadana de nuestro estado, contempla varios instrumentos consultivos y de deliberación mediante los cuales, en primer término, se puede determinar si la ciudadanía cree necesaria una reforma constitucional, en segundo término, se puede discutir, escuchar propuestas y observaciones por parte de las y los ciudadanos y por último, como en el caso chileno, si se está de acuerdo o no con el texto propuesto por las y los diputados.
Las posibilidades son infinitas, sólo hace falta voluntad, nuestra chamba como ciudadanía es exigir que se nos tome en cuenta y estar pendientes del proceso de reforma.
El caso chileno es un claro ejemplo de que muchas veces la realidad de una sociedad rebasa la realidad de la población.
Sería interesante ver a Chihuahua ser pionero en la implementación de los instrumentos de participación para una iniciativa de reforma constitucional. No dejemos que quienes nos “representan” decidan sin que se nos tome en cuenta, eso siempre ha pasado y la situación no cambia, busquemos ser partícipes de la construcción de una reforma que sea adecuada para nuestra realidad y exigencias actuales.
Participar es un derecho humano, no dejemos que nadie pase por encima de éste y otros derechos, urge voltear a ver a las personas y que se nos represente realmente.
La simulación es nefasta para las personas, la verdadera participación genera cohesión en la sociedad y como lo he dicho anteriormente, mejora la relación de los gobiernos y sus gobernantes, veamos la participación como una llave que nos abre puertas que hace tiempo se cerraron, un motor de cambio para beneficio tanto de la comunidad como de los gobernantes, busquemos incluirla en todos los procesos de toma de decisiones de trascendencia para la comunidad.
La corresponsabilidad que por sí misma desarrolla en la ciudadanía hace que las personas demos más valor a todas las acciones que desarrollan nuestros gobiernos.