Venimos del mono, ¿la máquina es el destino?
No hablaremos en esta ocasión de la “evolución más famosa”, sino de otra que también Darwin mencionó en su obra “El origen del hombre”: una que toca lo cultural o, más bien, lo artificial
Seguramente todos hemos escuchado hablar de la teoría de la evolución de Darwin, según la cual afirma que nuestro cuerpo ha evolucionado a lo largo de miles de años, y hunde sus raíces en un homínido bastante parecido a los grandes primates actuales. Sin embargo, en esta ocasión no hablaremos de este tipo de evolución, sino otra que también Darwin mencionó en su obra “El origen del hombre” se trata de una evolución cultural o dicho de otra manera, la artificial.
Así es, echando un vistazo a la extensa historia de la humanidad nos damos cuenta que también en la civilización que vivimos ha cambiado mucho. Estos cambios, si bien están condicionados por nuestro entorno natural, se dan de manera artificial, es decir, son producidos intencionalmente por nosotros. Y podemos apreciar que nuestra evolución en los últimos dos mil años ha sido mucho más artificial que natural: nuestra fisiología no ha variado casi nada en los últimos cien mil años, mientras que ahora podemos volar, viajar a más de 200 km por hora en un auto o tren, comunicarnos en tiempo real con personas del otro lado del planeta; el tipo de ropa que usamos es muy diferente a la de hace algunos siglos.
Hemos mencionado avances que no se relacionan directamente con nuestra corporeidad, pero no nada más eso es tecnología. También nuestra naturaleza ha sido alterada gracias a los avances tecnológicos: las vacunas y el descubrimiento de la penicilina son algunos avances que han transformado completamente nuestra calidad de vida; los trasplantes de órganos, las prótesis, etcétera.
Hemos incluso suplido esa carencia
Nuestra naturaleza ha sido alterada gracias a los diversos avances tecnológicos: las vacunas y el descubrimiento de la penicilina son algunos ejemplos que han transformado completamente nuestra calidad de vida; otros, los trasplantes de órganos, las prótesis, etcétera.
de fuerza y velocidad ( en comparación con los grandes predadores naturales) con nuestra inteligencia: de ser el animal más débil y con menos posibilidades de sobrevivir en un mundo hostil, hemos pasado a ser “dueños y amos” de la naturaleza, controlándola a nuestro antojo.
Esto nos hace pensar, ¿Qué tanto de natural y que tanto de artificial hay en nosotros? ¿Nos estamos convirtiendo en máquinas insensibles? ¿Qué tanto de natural y que tanto de artificial hay en nosotros? Incluso el alimento que probamos es producto de un proceso artificial, pues hasta en los denominados alimentos orgánicos, interviene un proceso de cuidado y observación humana. Otra pregunta que podría surgir con lo apenas dicho podría ser la de que tanto de natural queda en la naturaleza misma, sin duda mucho aun. Somos seres que nos construimos a nosotros mismos, no sólo de manera individual, sino también como especie. El filósofo Fernando Broncano utiliza la categoría de ciborg para referirse al hombre como un ser que es producto de una mezcla de lo natural con lo artificial. No podemos afirmar que nuestro modo de existir sea completamente natural, pero tampoco completamente artificial; estamos ubicados en una frontera entre lo que somos y lo que podemos ser, siempre en una tensión que nunca se resuelve precisamente porque cada decisión, cada acción, abre miles de posibilidades más.
La presencia de la artificialidad en nuestra vida cotidiana es más que evidente. Desde el descubrimiento del fuego hasta la creación de nuevos sistemas educativos, todo ello es tecnología, artificialidad. Esto no significa que sea algo malo, puesto que nuestra vida se ha vuelto más digna y cómoda, pero desde luego con toda nueva situación pueden llegar consecuencias imprevistas o indeseadas.
Muchos avances tecnológicos y científicos han traído bienestar a nuestra vida indudablemente, pero otros la han vuelto más miserable y la han llenado de miedo y de angustia. ¿Qué nos guarda en el futuro el próximo como ciborgs que somos? ¿La tecnología nos humaniza o nos deshumaniza? El uso de robots o de androides en lugar de hombres en las guerras es algo de lo que ya se está tratando en varios países ¿Estamos listos para este tipo de prácticas? Quizá debamos reflexionar en el cuestionamiento que Marx se hizo hace más de un siglo: ¿acaso se estará volviendo el hombre esclavo de la máquina, destruido por su propia creación?
J. J. ABRAMS PRODUCTOR CINEMATOGRÁFICO
“La robótica (...) ya empieza a cruzar esa delgada línea que separa al movimiento absolutamente primitivo del movimiento que se asemeja al comportamiento animal o hasta el de una ser humano”.