Veo en la voluntad
la verdadera fuerza que mueve al mundo; ella nace de lo más profundo de nuestro ser, nos impulsa en las horas difíciles y en muchas ocasiones nos sorprende por la capacidad que desarrolla en nosotros para resolver una situación compleja o enfrentar un reto que creíamos sobrehumano. Justo esa es la clave: la voluntad es una fuerza sobrehumana que nace de lo humano.
Tener la voluntad de movilizarnos, nosotros mismos y nuestros cercanos, es el proceso natural, porque la voluntad une, genera sinergias, inspira al diálogo, al consenso, a la toma de decisiones, superando el individualismo e instituyendo el bien común.
Los pueblos resilientes son poseedores de voluntad para moverse, y de unidad para prevalecer ante la incertidumbre de los nuevos retos, de los cambios rápidos, de la naturaleza y el dinamismo del mundo económico y social.
México conoció la fuerza de su voluntad el 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto de 8.1 grados escala Richter sacudió el centro-sur de nuestro territorio, dejando a su paso cientos de víctimas, una cifra estimada de 10 mil muertos, incontables pérdidas materiales y una desolación de la que, todavía al día de hoy, hablar de ella nos roba alguna lágrima o un escalofrío.
Septiembre del 85’ fue el parteaguas. Todos sabemos que hay un México antes y uno después de aquel día que habita en la memoria colectiva de todo un país. Pero ¿de qué nos dimos cuenta? Que la protección civil es resultado de la voluntad y la unidad; ese es el verdadero sentido de la protección civil, cuidarnos unos a otros, conmovernos ante la desgracia ajena y dejar que la voluntad
surja, moviéndonos para llevar la desgracia hacia el plano de la esperanza, hacer que despunte el alba antes de la hora establecida por la noche más oscura. Es por eso que cada 19 de septiembre conmemoramos el Día Nacional de la Protección Civil, como un homenaje permanente a la voluntad de México y de todos los pueblos; hace 37 años no contábamos con protocolos, con cuerpos de alto nivel, instituidos para la actuación estratégica ante desastres naturales, con una cultura de la protección civil como hoy la conocemos.
Ese fue el epicentro de la voluntad, que nos llevó a la institucionalización, elaboración y práctica permanente de la respuesta ante todo tipo de desastres o accidentes, fuera por errores humanos o por el curso de la madre naturaleza. El 19 de septiembre de 2017 el centro de México de nueva cuenta sería sacudido por un sismo de gran magnitud, registrado en 7.1 grados en la escala de Richter, afectando a los estados de Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero, Oaxaca, y con mayores afectaciones en la capital, contabilizando las vidas perdidas en 369, según la cifra oficial, más de 250 mil damnificados, 180 mil viviendas dañadas y más de 50 mil con pérdida total.