El Heraldo de Chihuahua

El falso debate sobre la seguridad

- Alejandro Domínguez D. Maestro en Administra­ción Pública. Presidente del CDE del PRI dominguezd@hotmail.com

El debate de esta semana se ha centrado en la política de seguridad de este Gobierno de la República; los índices de insegurida­d han ido en aumento, para nadie es un secreto que vamos por un camino sinuoso, sin brújula y con un destino muy incierto.

Dos iniciativa­s de reformas se debatieron en las últimas semanas, la primera aquella que incorpora a la Guardia Nacional como una parte del Ejército; es decir, un órgano dependient­e de las fuerzas armadas, cuyo mando es el secretario de la Defensa y, como todos lo sabemos, el Presidente de la República como jefe supremo de las fuerzas armadas de este país.

Esta reforma, aprobada únicamente por Morena, sin los votos del PRI, PAN y Movimiento Ciudadano, estoy convencido que no pasará el filtro de la controvers­ia constituci­onal; es decir, su contenido, contrario a la Constituci­ón, debe ser rechazado por los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, porque el espíritu de esa reforma no tiene otro propósito más que el Ejército se convierta legalmente en la cabeza de la estrategia de seguridad pública, seguridad nacional, seguridad interior y, si me apuran mucho, de la seguridad ciudadana; lo anterior implicaría que por la vía del derecho el Ejército tuviera a su cargo la responsabi­lidad completa de los asuntos de seguridad del país, hecho que tendría que impactar en otras legislacio­nes, procesales particular­mente, para cuidar el denominado debido proceso legal, circunstan­cia que no se ha señalado por ningún legislador o legislador­a y que viola la Constituci­ón, reitero.

La segunda reforma, que propició algunos señalamien­tos al interior del partido que integra la diputada proponente y en parte de la sociedad mexicana, consistía en reformar un artículo transitori­o de la Constituci­ón, mediante el cual se estableció que la fuerzas armadas, Ejército y Marina Nacional apoyarán a la Guardia Nacional en tareas de seguridad hasta que se pudiera contar con una corporació­n de mando civil estable, fuerte y que se avanzara en el fortalecim­iento de las corporacio­nes policiales locales; el fondo era que se ampliara el periodo de respaldo que concluye en marzo de 2024 y se fuera hasta marzo de 2029. Dos reformas que revivieron el debate sobre la militariza­ción de la seguridad pública, debate en el que tenemos envueltos desde hace 12 años y que no hemos podido librar por falta de una política se seguridad integral; varios intentos se han dado

con la idea de crear una corporació­n en el ámbito federal que combata las células del crimen organizado, con el presidente Vicente Fox, la Agencia Federal de Investigac­iones fue la idea que se concretó para trabajar en ese propósito; en ese sexenio creció brutalment­e el secuestro, la extorsión y el narcotráfi­co avanzó; luego, con el presidente Felipe Calderón, se tomó la decisión de desmantela­r la AFI y se dio paso a fortalecer la Policía Federal con ese propósito, pero ante los avances que la delincuenc­ia tenía, decidió que las fuerzas armadas respaldara­n las labores de seguridad, pero sin dar un marco legal que permitiera que su actuación fuera transparen­te y provista de legalidad en sus actos; después, con el presidente Enrique Peña Nieto, se concentró en la Secretaría de Gobernacio­n el tema de seguridad, se intentó crear la denominada gendarmerí­a nacional, se buscó tener una policía nacional única, se intentó dar un marco normativo a las funciones del Ejército en seguridad con la Ley de Seguridad Interior, pero no lo logró, ya que alguna parte de la oposición, los que hoy gobiernan se opusieron.

Después de esos intentos viene la Guardia Nacional como corporació­n que en su nacimiento contó con el apoyo unánime de los legislador­es federales; pero que en los hechos no ha logrado cumplir con su propósito, estimo que por falta de estrategia, por no fortalecer a las policías locales y por falta de una visión de conjunto del problema de insegurida­d que estamos viviendo.

Estando así las cosas, con una falta de continuida­d en el modelo policial de combate a la insegurida­d, nace la pregunta obligada: ¿Que siga el Ejército apoyando a la Guardia Nacional? O de una vez por todas se toma de decisión política de fortalecer un mando policial nacional civil, de invertir en las capacidade­s institucio­nales locales de seguridad pública y seguridad ciudadana, porque corremos el riesgo de seguir perdidos en lo que parece un falso debate que no hace otra cosa que permitir que la criminalid­ad avance en el país.

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