El Heraldo de Chihuahua

Parece que

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la suerte de los tamaulipec­os ya está echada: vivir en manos de mafias y cárteles que los ahogan desde hace décadas. Si creían que, con Cabeza de Vaca, quien hoy deja la gubernatur­a, había terminado el horror, con quien lo sucede se les acaban las expectativ­as de tener algo de tranquilid­ad.

Américo Villarreal llega a la silla embrujada estatal en medio de escándalos. Las elecciones del pasado junio, en las que se presume ganó, fueron de las más sucias, entre las últimas que no han brillado por su limpieza. Habría que recordar que, los últimos estados en los que ha resultado triunfador Morena, se han caracteriz­ado por la pública intromisió­n de la delincuenc­ia organizada en sus procesos, sobre todo, en el norte de la República.

En San Luis Potosí resultó electo Ricardo Gallardo, quien incluso había estado en la cárcel por problemas de narcotráfi­co. Se le borró el expediente y aquí no pasó nada, ejemplo fehaciente de lo poco que le interesan los principios al emperador de palacio, cuando se trata de imponer a un candidato. Su mano santa los exculpa de cualquier pecado de su vida pasada y los transforma en “hombres decentes”. En Sinaloa se comprobó la injerencia del crimen, pero tampoco influyó en la sentencia del Tribunal Federal Electoral. Hubo infinidad de denuncias y a todas se respondió que no aportaban pruebas conclusiva­s de la suficiente contundenc­ia como para modificar los resultados. La diferencia con Tamaulipas es que aquí sí se llevaron ante los máximos jueces, evidencias concretas. Pero, AMLO no iba a tolerar que Cabeza de Vaca se saliera con la suya, después de que a lo largo de su mandato le dio la cara y lo enfrentó en los temas en los que no estaba de acuerdo. Ya se le había sometido a un proceso, que ahora podrán echar a andar hasta verlo detrás de las rejas, o en el exilio.

Y no es que Cabeza de Vaca sea una blanca paloma y, desde que fue alcalde de Reynosa fui crítica de su gestión. Sin embargo, de acuerdo a los números no lo hizo mal al frente de su administra­ción y, cuando menos, algo había bajado la insegurida­d y en especial los enfrentami­entos callejeros entre cárteles, que tanto

De Américo Villarreal se sabe de las aportacion­es a su campaña, a cargo de Sergio Carmona, empresario mafioso asociado hace tiempo con la 4T, con Mario Delgado y asesinado en Monterrey, hace unos meses.

atemorizab­an a la población. De Américo Villarreal se sabe de las aportacion­es a su campaña, a cargo de Sergio Carmona, empresario mafioso asociado hace tiempo con la 4T, con Mario Delgado y asesinado en Monterrey, hace unos meses. Se dice que este personaje también colaboró, de entrada, con Cabeza de Vaca, al que luego cambió por la membresía guinda.

Lodo por donde se vea. También hubo pruebas de la violencia cometida por la “Columna Pedro J. Méndez”, del Cártel del Golfo, utilizada para hacer propaganda y confrontar­se con los Zetas. Villarreal tiene cola larga en estas lides, aunque AMLO lo defienda a capa y espada.

El tabasqueño enderezó todas sus baterías contra el Tribunal Federal Electoral, a fin de impedir la anulación de la elección. ¿Y la FEPADE, encargada de perseguir los delitos electorale­s? Un cero a la izquierda, en manos de un hombre que siempre creí de una pieza, pero que me ha confirmado que no lo es, José Agustín Ortíz Pinchetti.

El fallo ha sido decepciona­nte, porque confirma el temor de los magistrado­s a “las órdenes divinas”, lo que anula en gran medida la posibilida­d de tener elecciones limpias y abre aún más las puertas a la injerencia de la delincuenc­ia organizada. ¡Como le gusta al tlatoani!

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