Si tuvieran fe como semilla de mostaza…
Domingo XXVII Ordinario
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decir a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo: 'Entra enseguida y ponte a comer'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y beberás tú? ¿Tendrá a caso que mostrarse agradecido con el siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: 'No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer'". (San Lucas capítulo 17,versículos del 5 al 10)
CREER, AMAR Y SERVIR
En el Evangelio de este domingo, los Apóstoles le piden a Jesús: "auméntanos la fe". Partamos de este punto. Ellos expresan tener fe, pero reconocen que es pequeña y que necesitan acrecentarla.
El texto me recuerda otro pasaje del Evangelio según San Marcos: el padre de un joven poseído le suplica al Señor que expulse al espíritu inmundo, a lo cual Jesús le contesta: "¡Todo es posible para quien cree!". Gritó el padre del muchacho: "¡Creo, ayuda a mi poca fe!" (Mc 9,23-24).
En ambos casos, se reconoce que hay fe en Dios, pero que hay necesidad de aumentarla. Aquí es importante meditar sobre nuestra propia fe. ¿Cuál es su "tamaño"? ¿Descubrimos su dimensión y tenemos la real intención de aumentarla?
El Serñor Jesucristo dice: "Si tuvieran fe..." parece una condena o sugerencia. Pero es una invitación a tener fe. Aunque fuera o sea pequeña como grano de mostaza.
El grano de mostaza es vivo y útil. No es una comparación con un grano de arena o de sal, que aunque son pequeños no tienen la capacidad de crecer, como sí lo tiene la semilla de mostaza. "El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas". (Mt 13,31-32). La fe debe ser viva, con esa capacidad de un crecimiento constante, de robustecimiento y de fortalecimiento.
Dice el Señor que la fe logra o alcanza lo imposible; puede hacer grandes cosas, como arrancar y mover de raíz un árbol para que se plante en el mar. ¿No suenan a cosas imposibles? ¿Contrarias a la naturaleza y a la vida? Pero teniendo verdadera fe se hacen posibles. ¿Cómo es tu fe?
En los dos siguientes párrafos, Jesucristo hace referencia a las tareas de un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, el cual hipotéticamente es servido por su señor, lo cual es contradictorio a la costumbre o a su posición de siervo. Más bien el siervo debe de servir a su amo, ya que esa es su obligación. Así también nosotros, cuando hayamos cumplido todo lo que se nos mandó, debemos decir: "No somos más que siervos, solo hemos hecho lo que teníamos que hacer".
Y lo que tenemos que hacer como creyentes, es precisamente eso: "creer" o bien, "tener fe". Por eso la importancia de aumentar y acrecentar nuestra fe, pues esa es nuestra tarea. Somos siervos de Dios, y la "obligación", por utilizar esa palabra, es: creer, amar y servir a nuestro Padre como Cristo nos ha enseñado. Y para lograrlo necesitamos una fe verdadera que crezca día con día. (Comentario del presbítero Marco A. Estrada Rojas)