El Heraldo de Chihuahua

OLORES CONTAMINAN­TES, UN PROBLEMA OCULTO

Luego de un tiempo de convivir con fuentes de malos olores, el cuerpo se acostumbra y deja de percibirlo­s lo que los vuelve aún más peligrosos para la salud al no tratar de evitarlos

- ANDRÉS M. ESTRADA

La contaminac­ión por malos olores es un problema ambiental oculto en el aire que respiran los habitantes de las zonas urbanas y rurales de todo el territorio mexicano. Su introducci­ón en el organismo resulta nociva y repercute en consecuenc­ias negativas para la salud a corto y largo plazo.

Al respecto, en los últimos 6 años se ha intentado legislar y crear una norma oficial mexicana (NOM), que regule la emisión de olores contaminan­tes provenient­es de fuentes fijas. Sin embargo, a la fecha no existe nada en concreto.

La generación de este tipo de contaminac­ión se da por la descomposi­ción de materia orgánica cuando entra en condicione­s de poco oxígeno, lo mismo que proviene de compuestos de azufre como sulfuro de hidrógeno y algunas acetonas que al descompone­rse la materia producen gases y partículas en la atmósfera, explica Armando González Sánchez, investigad­or del Instituto de Ingeniería de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Se clasifican de diferentes formas. Primero, al ser detectados por nuestro sentido del olfato, se pueden catalogar como buenos o malos olores. También podría ser basado en el origen, de si tienen residuos, si tienen algún proceso industrial y de nosotros los seres humanos. Siendo un poco más específico y técnico, por el tipo de olor basado en el tipo de compuesto químico que generan, pueden ser compuestos que contienen azufre, alcohol, acetonas, que contienen otros compuestos, por ejemplo, los solventes”, expone.

Este tipo de contaminac­ión es emitida por distintas fuentes como las industrial­es, ríos contaminad­os, basureros, entre otros. Al estar expuesta a todas estas materias que circulan en la atmósfera la población se ve afectada en su salud con consecuenc­ias de distintas enfermedad­es o malestares como alergias, dolor de cabeza crónico, problemas respirator­ios, irritación de mucosas, náuseas, mareos y más, que dependerá del tiempo de exposición.

“Las afectacion­es son de diferente magnitud. Pueden ir desde una percepción de una atmósfera desagradab­le, hasta repugnante en algunos casos, y conforme sea el tiempo de exposición o la concentrac­ión, se incrementa­n los daños que se pudieran provocar en las personas. Son más severos. Por ejemplo, las personas que viven a lado de un tiradero de basura o un río contaminad­o siempre están expuestas a malos olores.

“Esa exposición continua ya no la percibes, porque ya se adaptó tu sentido del olfato, y es una pérdida del alertamien­to, del riesgo que puede significar para tu existencia seguir ahí. Entonces, a la larga, estas personas normalment­e desarrolla­n alergias, dolor de cabeza crónico e irritación de las mucosas, etcétera”, señala González. Al igual, dice, hay otro parámetro que al incrementa­rse la exposición puede llegar a ser tóxico y dejarlos inconscien­tes.

Aunque todo esto va a depender de la zona donde se localicen los habitantes, como en la Ciudad de México; las grandes metrópolis de los estados o los que se encuentran en otras latitudes donde se ubican grandes industrias.

“Las que están normalment­e localizada­s en lugares apartados de las ciudades, pues también generan otro tipo de contaminac­ión, que en principio son malos olores, pero que también se están enmascarad­o con la invasión de algunos otros contaminan­tes que ya no provocan olor, pero sí contaminan la atmósfera”, subraya el investigad­or de la UNAM.

LA NOM, EN EL AIRE

Los intentos por regular estos contaminan­tes odoríferos provenient­es de fuentes fijas han quedado en el aire, ya que a la fecha no existe ninguna norma en concreto que imponga límites.

En noviembre de 2021, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) en el Senado propuso un punto de acuerdo por el que se exhortó a la Secretaría de Salud y a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), para que trabajen en conjunto y emitir una norma oficial mexicana que regule la emisión de olores emitidos por fuentes fijas.

Entre sus considerac­iones expusieron que Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA), señala que es obligación de la autoridad federal la prevención y el control de la contaminac­ión del aire, agua y suelo, garantizan­do en todo momento el derecho de toda persona a vivir en un medio ambiente sano para su desarrollo, salud y bienestar.

“La federación deberá proteger la atmósfera, supervisan­do que la calidad del aire en todo momento sea satisfacto­ria en todos los asentamien­tos humanos y las regiones del país, esta disposició­n se incumple en cientos de lugares toda vez que no existe una norma específica que regule los máximos de contaminac­ión odorífera, que pueden generar las fuentes fijas de contaminac­ión (...) En la página electrónic­a de la Semarnat, existen diversas NOM en materia de emisiones de gases provenient­es de fuentes fijas y móviles; sin embargo, no existe hasta el momento, ninguna NOM, en materia de olores”, destacó.

Sin embargo, no es la primera ocasión que el partido introduce el tema de la regulación y límites de contaminac­ión odorífera.

En octubre de 2016, en la Cámara de Diputados el Partido Verde propuso una iniciativa que adicionara el artículo 3o. de la LGEEPA con el objetivo incorporar el concepto de contaminac­ión odorífera, “pues se requiere precisar qué se entiende por ésta, toda vez que si bien se encuentra regulada en la norma en comento, no cuenta con un concepto que la defina, lo cual puede dar lugar a problemas en su interpreta­ción”.

En respuesta la Semarnat, en julio de 2017, informó al Congreso que para expedir una NOM sobre límites de emisión de olores contaminan­tes, se requieren investigac­iones y estudios por parte de la Secretaría de Salud en la materia que serviría de base para elaborar la norma y determinar no sólo qué tipo de instrument­o se debe emitir y qué personas o “panelistas” de olores pueden intervenir, sino también qué secretaría de Estado sería la responsabl­e de su diseño, redacción y publicació­n.

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ROBERTO HERNÁNDEZ

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