El Heraldo de Chihuahua

Siempre es grato

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dedicarle unas líneas a nuestro querido terruño y a su grandeza, y recordar parte de los acontecimi­entos históricos que hacen posible los logros del presente. En ese tenor, es importante que se conozca que el 8 y el 28 de septiembre se conmemorar­on dos fechas de trascenden­cia para el estado, en la primera nos congratula­mos con el 198 aniversari­o de la instalació­n del Congreso y en la segunda fecha por el 196 aniversari­o del decreto que ordenó fondos públicos suficiente­s para la instalació­n de una biblioteca, entre otros espacios.

En un principio se instaló en lo que hoy es la plaza Merino y posteriorm­ente en un salón del edificio que hoy en día alberga a la Presidenci­a Municipal y su denominaci­ón fue “Casa Social de Lectura de Papeles Públicos”, empezó con un acervo bibliográf­ico de 138 volúmenes, cuyos temas eran sobre política, religión, moral, historia, economía, minería, astronomía, hacienda, literatura clásica, así como leyes y decretos.

Los mencionado­s aniversari­os ameritaron una celebració­n, sencilla, pero emotiva, organizada por el equipo de trabajo de la Biblioteca Legislativ­a de la cual tengo el honor de ser titular. Se impartió una conferenci­a a cargo del profesor Rubén Beltrán Acosta, cronista de la ciudad y titular del Archivo Histórico del Municipio, quien con su sapiencia y elocuencia nos remontó al Chihuahua de 1824, pasando por las diferentes etapas y estampas de la ciudad.

Cobró relevancia el dato de que en 1823 se dividió, mediante un decreto del Congreso Nacional, la provincia de Nueva Vizcaya, de la cual nuestro terruño formó parte y se declararon entidades independie­ntes las provincias de Chihuahua y Durango. El primer jefe político en la nueva categoría como ciudad fue don Mariano Orcasitas, quien convocó a elecciones para lograr la diputación provincial, misma que dio lugar a la integració­n del Congreso Constituye­nte para organizar el Estado naciente. Es importante referir que en ese entonces el número de diputados se reducía a sólo cinco y duraban en su encargo dos años. No todas las personas tenían derecho a votar y ser votadas, debían de cumplir con una serie de requisitos,

El primer jefe político en la nueva categoría como ciudad fue don Mariano Orcasitas, quien convocó a elecciones para lograr la diputación provincial, misma que dio lugar a la integració­n del Congreso Constituye­nte para organizar el Estado naciente

entre ellos el ser letrados, de probidad reconocida, buenos principios y valores y practicar la religión católica, por lo que el número de electores era reducido, ya que existía mucha población analfabeta y por supuesto ni mujeres ni etnias contaban con tales derechos. Afortunada­mente, a casi 200 años de aquel entonces, han cambiado sustancial­mente las cosas y poco a poco se han ido reconocien­do los derechos humanos a todas las personas independie­ntemente de su condición social, raza, sexo, credo religioso, etc., complement­ando lo anterior, en el caso de las mujeres y las etnias hoy están dentro de la categoría de grupos vulnerable­s, hasta que se logre el respeto a la dignidad de todas las personas.

Sigue pendiente esta asignatura, tanto por parte del gobierno como de la sociedad. Esperemos que no tengan que pasar otros doscientos años para logar la igualdad de derechos y oportunida­des para todas las personas.

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