En 2005, López Obrador
emergió como el político que México esperaba, un hombre honesto de conducta intachable. Manifestaba humildad al descender de su modesto “Tsurito”, cuando era jefe de Gobierno del entonces DF. Además, enfrentó el desafuero, según dijo, había sido orquestado por la “mafia del poder”, para truncar su aspiración presidencial, esto le dio un halo de mártir.
En 2006, ya en campaña, lo alabaron tanto que se la creyó, minimizó las encuestas de intención al voto, que señalaban sería un proceso electoral muy cerrado, en varias estaba en primer lugar, pero en otras Calderón lo superaba por muy poco margen, no le importó, estaba seguro que sería presidente de México, posteriormente cometió otro grave error, no presentarse al primer debate, señalando que lo hizo por estrategia, pero esto favoreció a Calderón, quien sumó puntos en las encuestas, pero ni se inmutó, continuaba trepado en su pedestal, finalmente, en las elecciones más reñidas en la historia de México, triunfó Felipe Calderón, inmediatamente acusó un presunto fraude.
Días después, enfurecido ordenó a sus simpatizantes cerrar Paseo de la Reforma y parte del Centro Histórico, de la noche a la mañana, importantes vialidades capitalinas se convirtieron en aldeas Lopezobradoristas. Comercios y restaurantes del sector tuvieron pérdidas millonarias, además miles de personas se quedaron sin empleo.
Luego de 52 días de paralizar esa importante zona, de hacer y deshacer, levantó su megacampamento, sin consecuencia alguna. Posteriormente, el 20 de noviembre de 2006, durante un evento masivo en el Zócalo, un Andrés Manuel intransigente, se autoproclamó presidente legítimo de México, presentando algunas estrategias con las que fortalecería al país e inició una gira por algunas regiones, que finalizó de manera abrupta, alejándose un tanto de la vida pública. En 2012 volvió a la carga, más mesurado, como tratando de decir, “ya no
soy aquel que gritaba, que se vayan al diablo con sus instituciones”, sin embargo, en la memoria colectiva había quedado aquel plantón arbitrario, pues en las elecciones de 2012, nunca lideró las encuestas, incluso al principio llegó a estar en tercer lugar, superado por Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. A pesar de que ya no estuvo tan irritable, continuó con la misma cantaleta, “las encuestas están manipuladas por la mafia del poder”, y nuevamente las subestimó, señaló que Peña Nieto estaba cobijado descaradamente por Televisa y tal vez sí, pero en lugar de implementar en su campaña una estrategia distinta para contrarrestarlo, actuó básicamente igual que en la elección del 2006, volvió a perder.
Inmediatamente denunció que se había gestado un nuevo fraude, pero en esa ocasión se veía tranquilo, hizo un llamado a sus simpatizantes para protestar de manera pacífica, no realizó bloqueos viales, tenía todavía un as bajo la manga, el 2018… y claro, tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, por fin hizo realidad su sueño, pero a casi dos años de que termine su mandato, ha quedado a deber respecto al paraíso que prometió durante todas sus campañas, por supuesto, su administración ha tenido aspectos positivos, sin embargo su gestión se ha ido empantanado y el rostro adusto, enfadado, de López Obrador de 2006, ha surgido nuevamente.