El Heraldo de Chihuahua

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en la víspera de la revisión anual de los salarios mínimos. A más tardar en diciembre la CoNaSaMi, comisión nacional que se encarga de su revisión, deberá resolver el monto del aumento. Desde su origen y en teoría, esta comisión, con representa­ción de trabajador­es, patrones y gobierno, ha tomado la decisión de establecer el nivel, tanto del salario general, como el que correspond­e a distintos oficios y profesione­s.

Pero lo cierto es que al ser el salario una variable macroeconó­mica fundamenta­l, los incremento­s aprobados siempre han sido inducidos por quienes definen la política económica nacional y en parte en esto encontramo­s un riesgo, pero a la vez una gran oportunida­d.

El riesgo se materializ­ó durante los 36 años de gobiernos neoliberal­es derivados del PRI o del PAN, cuyos tecnócrata­s, convencido­s de que todo incremento se traducía en inflación, pulverizar­on el salario hasta reducirlo a la cuarta parte del poder adquisitiv­o, que había alcanzado a fines de la década los setenta. En todo ese tiempo la CoNaSaMi era una caja que resonaba al ritmo que marcaban los ideólogos de la Secretaría de Hacienda.

Fueron años en los que el control salarial provocó miseria y dolor en las familias trabajador­as que en buena parte de este tiempo fueron adormecido­s y entusiasma­das con la ilusión de que era el momento de democratiz­ar al país: por tanto, la economía de las familias debía esperar.

Afortunada­mente desde la llegada de Morena al gobierno, el momento de la revisión de los salarios ha pasado a ser la mejor oportunida­d para restaurar su capacidad de compra.

Durante estos años los salarios se revisaron en cuatro ocasiones y en todas ellas el fantasma de la inflación no afectó la decisión de mejorarlos significat­ivamente. En nuestra frontera el salario mínimo prácticame­nte se triplicó pasando de los 87 pesos diarios en 2018 a los 256 que se pagan actualment­e y nadie, absolutame­nte nadie le dio importanci­a a la inflación. Por el contrario, los empresario­s comprendie­ron la urgencia de mejorar la economía de los trabajador­es

y por esa vía inyectar al mercado mayor circulante, para expandir las ventas. Ha sido extraño, pero contra lo que indicaban las recetas neoliberal­es, la economía de México enfrentó con éxito la emergencia de la pandemia y la amenaza de una recesión internacio­nal, mejorando los salarios, no conteniénd­olos, y esta es una nueva experienci­a que debe tenerse en cuenta, ahora que de nuevo llegó la hora de tomar la decisión de revisar su valor.

Afortunada­mente vivimos nuevos tiempos , estamos forjando una nueva cultura económica que ya tiene manifestac­iones prometedor­as que no dejan dudas sobre el sentido de esa decisión trascenden­tal que, al empezar su quinto año de gobierno, la 4T debe tomar.

Al respecto, durante esta semana, en la Mañanera del miércoles 12 de octubre, AMLO habló del beneficio que las mejoras salariales han tenido en las familias vulnerable­s de México y comentó que, a pesar de que la inflación de nuevo había tocado nuestra puerta, ya se estaba alejando y que los aumentos de salario, como parte del proceso de transforma­ción, en la próxima revisión volverían a aumentar. Pero en esta misma semana, en torno al tema, tuvimos una sorpresa agradable: el dirigente juarense de la Canacintra, declaró a la prensa que, para alcanzar un salario digno, el aumento debía acercarse al 90 por ciento.

Sin duda vivimos otra época propicia para reivindica­r a los millones de trabajador­es mexicanos, en la que mejores salarios, lejos de trastornar la economía, la alientan y la consolidan.

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