La protección de los animales se ha convertido
en un factor de cambio cultural y en un asunto cada vez más relevante en la agenda política mundial. En los últimos años, organizaciones sociales, académicos y políticos progresistas del mundo entero han hecho un llamado a reivindicar el respeto a todos los animales sintientes y han animado a reconocerles derechos básicos, tales como: a la integridad física, a la libertad corporal, al desarrollo de sus capacidades y a vivir según la norma de su especie; en suma, a una vida digna.
Hoy somos miles los mexicanos que vemos en el reconocimiento de derechos de los animales y en la defensa de esos derechos, una agenda tan importante como la de los derechos humanos; por la violencia histórica, sistemática y estructural de la que han sido víctimas y porque sienten y sufren como nosotros, cualquiera que sea su especie.
Por eso, confiando en que nuestro gobierno; que ha trazado el norte de la agenda estatal de protección animal; esté en la posibilidad de recoger los postulados de la OMS (Organización Mundial de la Salud), para prevenir futuras pandemias con el enfoque de una sola salud, y que reconocen que la salud humana, de los animales y de la naturaleza, es una sola.
De la misma manera, se requiere de un trabajo legislativo para reforzar el sistema de protección animal en el estado.
Si bien es cierto, el Código Penal del Estado de Chihuahua, en sus artículos 364, 365, 366, 366 Bis, 366 Ter, 366 Quáter; nos hablan de la aplicación de multas que van desde doscientas Unidades de Medida y Actualización, hasta la imposición de seis meses a cinco años de prisión; a quien omita dolosamente prestar cuidados a un animal de compañía, que sea de su propiedad y que esta omisión ponga en peligro la salud del animal; al que cometa actos de maltrato en contra de cualquier animal de compañía causándole lesiones o la muerte. A quien críe o entrene a un perro con el propósito de hacerlo participar en cualquier espectáculo; organice peleas de perros. ESTE PROBLEMA PERSISTE.
Aún con el avance en las políticas públicas y legislativas en el tema del bienestar animal en nuestro estado, como en el resto del país, el maltrato animal persiste; y sobre todo, hace falta la aplicación efectiva de las sanciones señaladas en el citado código por el injusto social.
Podemos mencionar el caso más reciente de maltrato animal en el estado, donde un “rescatista” de perros, es acusado de abusar sexualmente de seis animales; siendo aprehendido por el presunto crimen, sin embargo, de inmediato fue liberado; o lo sucedido en Nezahualcóyotl, Méx., donde un hombre engordaba a más de cien perros para vender posteriormente la carne a taquerías de Neza.
Aunque también hemos leído notas donde se hace valer el respeto de la dignidad de los animales, como el caso de un joven que en brazos dio su última vuelta al que fuera su compañero canino por varios años, que por su edad y salud, se le iba a aplicar la eutanasia; y aunque esto es sumamente doloroso para los que hemos vivido el proceso de despedirnos de nuestros perritos, ya que el cariño o amor que sentimos hacia nuestros compañeros caninos (y el que recibimos de su parte) tiene razón de peso.
Nos preguntamos entonces, ¿cómo se vive sin haber amado a un animal; sin la experiencia de ese amor tierno, incondicional, contemplativo, simple y encarnado? ¿Y cómo se vuelve de ese amor sin el deseo de proteger toda la ternura y bondad de este mundo que habita en cuanto animal existe?