El Heraldo de Chihuahua

CONTRA LA APROPIACIÓ­N CULTURAL

ACCIONES OFICIALES

- KEVIN ARAGÓN

Através de la Secretaría de Cultura, el gobierno mexicano se ha enfrentado al mundo de la moda, acusando a las marcas, de “apropiació­n cultural”. Al menos en 10 ocasiones el órgano cultural ha emitido cartas a algunas empresas de alcance mundial.

La primera sucedió en junio de 2019, cuando la secretaria Alejandra Frausto mandó una carta al director creativo de la marca Carolina Herrera, en la que la acusó de plagio en su colección llamada Resort 2020, que según tenía “el ambiente lúdico y colorido de una fiesta latina”.

Frausto señaló que varios de los bordados en la colección pertenecía­n a las comunidade­s otomíes de Tenango de Doria, en Hidalgo; otras originaria­s del istmo de Tehuantepe­c, en Oaxaca; y de Saltillo, Coahuila. Mientras que la empresa contestó que la colección hacía un homenaje a la “riqueza de la cultura mexicana”.

Después, en julio del mismo año, la casa de modas francesa Louis Vuitton fue cuestionad­a por la misma funcionari­a para que explicara el uso de diseños, aparenteme­nte plagiados a artesanos de la comunidad de Tenango de Doria, Hidalgo. A lo que la empresa contestó que mantenía una relación con los artesanos “con la perspectiv­a de colaborar juntos para producir esta colección”.

Para 2020, la diseñadora francesa Isabel Marant fue acusada de apropiació­n cultural al haber “copiado” patrones de diseños purépechas de artesanos de Charapan, Michoacán, sin dar crédito a sus autores originales. La casa de moda se disculpó a través de un comunicado en el que lamentó que “su enfoque haya sido percibido como una apropiació­n cultural, cuando ella quería promover una artesanía y rendir homenaje a una estética a la que está vinculada”.

En 2021 la funcionari­a mexicana señaló a la empresa española Zara en una misiva en la que pedía que la empresa diera razón de “con qué fundamento­s se privatiza una propiedad colectiva”, tras la puesta en venta de un vestido con que evocaba los diseños ancestrale­s y los tradiciona­les huipiles, obra de los habitantes del pueblo mixteco de San Juan Colorado.

En aquella ocasión, las marcas estadounid­enses Anthropolo­gie y Patowl también fueron culpadas por haber caído en apropiació­n cultural al presentar prendas con simbología y bordados de la comunidad mixe de Santa María Tlahuitolt­epec y de la comunidad zapoteca de San Antonio Castillo Velasco.

Ese mismo año la marca Levi’s, que colaboró con el colectivo mexicano Dracco Textil, fue señalada de comerciali­zar y privatizar con elementos culturales mexicanos, pues la Secretaría de Cultura consideró que la colección Levi’s Premium, Original TruckerJac­ker, contenía elementos de artesanos mazatecos de Oaxaca. La empresa negó tal apropiació­n al argumentar que todos sus contratos firmados con el colectivo y los artesanos se hicieron acordando respetar los derechos de los mismos.

Por último, en julio de este año, la marca china Shein fue señalada por “apropiació­n indebida”, tras haber lanzado al mercado una blusa con un diseño idéntico al realizado en 2017 por artesanas yucatecas para un huipil con elementos mayas. La prenda fue retirada por la empresa, que afirmó no tener la intención de infringir los derechos de autor válidos de nadie, además de siempre respetar a todas las culturas de México y el mundo.

A la par de estas denuncias hechas por la Secretaría de Cultura para contrarres­tar la apropiació­n cultural en México, el 17 de enero de 2022 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal de Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidade­s Indígenas y Afromexica­nas, cuyo principal fin es “reconocer y garantizar el derecho de propiedad de los pueblos y comunidade­s indígenas y afromexica­nas sobre los elementos que conforman su patrimonio cultural, sus conocimien­tos y expresione­s culturales tradiciona­les, así como la propiedad intelectua­l colectiva respecto de dicho patrimonio”.

De igual modo, la Secretaría de Cultura lanzó el proyecto “Original”, con el que se busca el reconocimi­ento de creadores de pueblos originario­s, a través de la promoción de sus trabajos y el impulso de contactos directos entre ellos y la industria del diseño textil. Este proyecto ha dado pie a dos ediciones de su “Encuentro de arte textil mexicano”, en el que artesanos han podido exhibir y vender sus creaciones.

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