“El poder siempre le roba
Wendell Phillips
de los muchos a los pocos”.
Con profundo interés abordamos la reflexión sobre el servicio a la patria que prestan el pueblo y las instituciones que ha creado para organizar y realizar su vida en comunidad. A través de un Congreso Constituyente se elaboró una Constitución revolucionaria, no una simple reforma de la que sirvió de apoyo a la dictadura porfiriana. En su artículo 40 nuestra carta magna establece que “México es una república, representativa, democrática y federal, compuesta de estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, pero unidos en una federación según los principios de su Constitución general”. “La federación (del latín foederare, pacto), sistema de organización política en el cual diversas entidades o grupos humanos dotados de personalidad jurídica y económica propia se asocian, sin perder su autonomía en lo que les es peculiar, para formar un solo Estado (denominado federal) con el propósito de realizar en común los fines característicos de esta institución”.
No podemos por ningún motivo permitir que el Poder Ejecutivo, con un presidente dictatorial, entregue un proyecto de “reforma constitucional electoral” en el que “de jure” se pretenda destruir un órgano electoral autónomo, que cumple con todos los preceptos que la Constitución le impone, el INE, que de suyo desde su creación, ha acercado al ciudadano, a darle valor a su voto. Alterar el orden jurídico en beneficio de una facción oportunista con un “duce” a la cabeza, controlando a través de una nefasta y retrógrada mascarada de populismo todos los poderes de la Unión, a través de reformas que justifiquen tal atrocidad. Los ciudadanos responsables que aman a su patria rechazan la República Unitaria Central y con energía defenderán el régimen federal que nos hemos dado. Se descalifica y se deturpa a quienes ejerciendo sus derechos humanos critican las tenebrosas acciones del gobierno federal. Si los gobiernos de los estados libres y soberanos no tienen autoridades morenas, se les acusa de todo género de acciones negativas, para lograr malquistar a los ciudadanos contra los partidos que integran la oposición. ¡Qué vergüenza da, que bonapartistas que utilizaron las siglas del PRI, hoy se arrastren buscando con afán las ubres del cacique que se hospeda en nuestro Palacio Nacional! Sus hijos sufrirán la ignominia de sus padres bonapartistas. Los genuinos ciudadanos quieren una democracia derivada de procesos electorales prístinos, legales y confiables, que nuestro lábaro patrio no cambie los colores en su escudo y que la autonomía de los órganos electorales perdure en su autonomía.