Si usted fue de los que se instruyó
sobre la muerte de la democracia a cargo de líderes populistas antes de las elecciones de 2018, ya era usted un adivino de las atrocidades que López Obrador haría en el país; tampoco es de los que se sorprende al escuchar “sandeces” en sus mañaneras con sus comentarios polarizantes, bobos y caricaturescos.
Los gobiernos populistas son aquellos que mueven las pasiones de la gente y buscan apoyo a través de promesas demagógicas; sin son de izquierda, enfatizan la defensa de la “democracia real” que recae en lo que el “pueblo” quiere. Bernaldo de Quirós indica que su forma de organización es vertical y centralizada en la figura de su máximo líder; sus discursos se centran en pilares básicos como: la división maniquea entre “pueblo” y “élite” imponiendo ciertas características a cada grupo, donde los de “arriba” engañan a los de abajo; crean un enemigo foráneo como la globalización neoliberal; usan metáforas apocalípticas en alusión a una amenaza constante contra el pueblo. El culto al “mesías” como salvador, que buscará un cambio radical inmediato para salvar al país, es fundamental.
El populismo no conoce puntos geográficos.
Basta con leer la historia de América Latina y los líderes de esta corriente que ha habido, para entender el denominador común de su estrategia. Las reformas que impulsan los populistas son de “cuidado”. Ante las transformaciones que impuso Bachelet en Chile, sus “cercanos” dijeron: “No vamos a pasar una aplanadora, vamos a usar una retroexcavadora, porque hay que destruir los cimientos anquilosados del neoliberalismo”. El pasado domingo, miles de personas se vistieron de color rosa y salieron a marchar a las calles para expresar su preocupación por el país, ante la ocurrencia de AMLO de acabar de raíz con la institución del INE, “desmantelarlo” con su reforma electoral y hacerla una extensión política del gobierno. Su justificación es que hay que proteger la democracia de los fraudes electorales y para ello, una reforma al INE es necesaria. En su Mañanera, llamó a los asistentes a la protesta conservadores, clasistas, racistas y corruptos de la oposición, que iba en contra de la transformación que se estaba haciendo en el país. Sheinbaum también mencionó que los que defienden al INE son los responsables de los fraudes electorales del país.
Cierto es que las instituciones en la actualidad están debilitadas y tienen poca credibilidad, aún así, una reforma estructural como la que propone el presidente es peligrosa. Es momento de salir a proteger las tan criticadas instituciones en México para buscar una sociedad incluyente hacia la defensa de la democracia. La marcha fue un parteaguas hacia el 2024. Recordemos que AMLO no es el problema, sino los miles de personas que lo apoyan. Cuando acudamos a las urnas nuevamente, deje de elegir con fe ciega, como lo es, y no coloque de nuevo su mano sobre la “biblia de la 4t”, mientras se lleva la otra palma al corazón, para seguir al “mesías populista”. Que los cambios comiencen, pero para regresar la democracia al país.