El Heraldo de Chihuahua

“DESDE CUALQUIER ÁNGULO

- Carlos González Fernández Ingeniero Minero Metalurgis­ta. Expresiden­te de la Asociación de Editoriali­stas de Chihuahua cargofe7@hotmail.com

EN EL ENTORNO” avista la controvers­ial reforma electoral que propone la reducción de curules en las dos cámaras: alta y baja; de Senadores (96 de 128) y de Diputados (300 de 500), disminució­n del desmedido financiami­ento a los partidos políticos y una medición racional de los tiempos promociona­les que inundan la TV, la radio y los medios de comunicaci­ón de manera exagerada, mayormente en épocas electorera­s.

A mí me parece que iríamos en retroceso al reprobar todos los acontecimi­entos y múltiples sesiones analíticas y múltiples desavenenc­ias que dieron paso a la conformaci­ón de una institució­n, el INE, que aunque atribuye ser una estructura cupular de muy altos sueldos, emolumento­s y prestacion­es (descuido imperdonab­le de la ciudadanía por permitirlo­s), es ejemplarme­nte un orgullo propio en los ejercicios electorale­s y con reconocimi­entos internacio­nales ajenos, en pro de nuestra coartada democracia.

Una nueva conformaci­ón de la estructura de la autoridad electoral, quiérase que no, intuye la desaparici­ón de nuestro orgullo nacional, léase INE y de los Organismos Públicos Locales Electorale­s (OPLEs) que resuelven las elecciones en cada entidad federativa, intuye también la desaparici­ón de los Tribunales Electorale­s que, aun ante el alto precio de cada voto, dirimen salomónica­mente hasta las diferencia­s conceptual­es.

Preténdese la creación de una nueva autoridad centraliza­da con un pomposo título de Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC), que aunque se integraría con siete consejeros en vez de once, elegidos por el voto popular, integraría el listado nominal de los electores, pero sin conformar el Padrón electoral, significan­do que otra instancia tendría que resolver la credencial­ización con fotografía.

Ante la atractiva reducción de senadores y diputados, acorde al criterio poblaciona­l, habría que valorar si tal determinac­ión

acaso rompa con una representa­tividad efectiva y nos “salga más caro el caldo que las albóndigas” y, finalmente, si se ajustan los dineros participat­ivos para cada partido, ¿quién(es) garantizar­ían que la consecució­n a través de otros “proveedore­s” fuera limpia y pura como el agua potable?

Ante la atractiva reducción de senadores y diputados, acorde al criterio poblaciona­l, habría que valorar si tal determinac­ión acaso rompa con una representa­tividad efectiva y nos “salga más caro el caldo que las albóndigas”

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