El 21 de noviembre
del año en curso, el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, conmemoró el centenario del asesinato de Ricardo Flores Magón, un periodista trascendente que enfrentó el porfiriato y consolidó la Revolución de 1910.
Celebró en reconocimiento del centenario luctuoso y propuso cambiar el nombre de la región “Cañada de Oaxaca”, donde nació Ricardo Flores Magón y sus hermanos, al de “Sierra Mazateca de Flores Magón”.
El origen de su trayectoria fue sumamente agresivo por el porfiriato. En 1892 participó en su primera protesta del régimen dictatorial de Porfirio Díaz, quien lo encarceló durante un mes.
Un año después (1893) propagó el periódico “El Demócrata” y ocho años posteriores (1900) el de “Regeneración”, que tuvo un impacto trascendente mediante el cual sacudió al porfirismo.
En 1904 se exilió en Estados Unidos, en la ciudad de Saint Louis (Missouri), ya que Porfirio Díaz le confiscó sus bienes y las de sus hermanos (Enrique y Jesús) y lo amenazó de que los iba a asesinar.
En 1906, junto con su hermano Enrique, fundó el Partido Liberal Mexicano, el cual apoyó las huelgas en la mina de Cananea en Sonora y la industria veracruzana reprimidas violentamente por el dictador Porfirio Diaz durante dos años consecutivos que dejó una estela de muertes de los trabajadores.
La Revolución de 1910, creada por el pueblo y sus dirigentes a lo largo y ancho de todo el país, obligó la renuncia de Porfirio Diaz, lo que generó un proceso constitucional sustentado por Ricardo Flores Magón, que promovió “La no relección de Porfirio Diaz” ; las garantías individuales de los campesinos y trabajadores; la prohibición de la pena de muerte, salvo el caso de traición a la patria, y el derecho a disentir políticamente, el derecho a la educación, y la no explotación de los peones y niños.
No obstante, con la aprobación de las autoridades estadounidenses, lo condenaron a 20 años de prisión, enfrentando un brutal régimen cancelario, en agravio a la insurrección promovida en Baja California, Mexicali y Tijuana, por los hermanos de Ricardo Flores Magón, el cual falleció casi ciego, el 21 de noviembre de 1922, a la edad de 99 años.
Días antes de su fallecimiento, un compañero de nombre Nicolas le escribió que el Departamento de Justicia le dijo que podría salir de la prisión si les hacía una solicitud de perdón. Le respondió en una carta: “Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré!”.
Y agregó: “En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalleciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro en muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celos fanáticos, y esa cosa es mi honra como luchador”.
“Pedir perdón significaría que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para producir y consumir y no estoy arrepentido de ello; más bien me siento orgulloso de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anarquistas; y no me retracto, afirmo que si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo (*).
Finalmente concluyó: “Así pues, mi querido Nicolas, estoy condenado a cegar y morir en la prisión; mas prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores, y tenerlas puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; a mis amigos quizá inscriban en mi tumba: ‘Aquí yace un soñador’ y mis enemigos ‘Aquí yace un loco’. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: ‘Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas’”.
Veremos y diremos si las nuevas generaciones valoran la verdadera historia de hace más de un siglo, en bien de nuestro presente, la soberanía del país y desde luego, la consolidación de la especie humana.