Alzan la voz contra violencia a mujeres
Acciones contundentes en contra de agresores, justicia y aborto legal, entre demandas de participantes en marcha
Con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional para Erradicar la Violencia contra las Mujeres, se realizó una Marcha del Silencio en conmemoración a las víctimas de violencia feminicida.
A partir de las cuatro de la tarde comenzaron a llegar mujeres a la glorieta de la División del Norte, punto de arranque de la Marcha del Silencio que fue convocada por la colectiva Revolución Atenea y que busca exigir justicia para las mujeres violentadas, un cese a la violencia contra las mujeres y a la criminalización de las mujeres que abortan.
Las nubes se dispersaron y dejaron caer los rayos del sol sobre las manifestantes, puesto que toda la mañana había estado nublado e incluso se reportaba la caída de aguanieve en diversos puntos de la ciudad, por lo que se había especulado la cancelación de la marcha; sin embargo sólo se canceló la actividad de recolección de firmas para el amparo colectivo que recabaría la colectiva Marea Verde.
Vestidas de negro y con pancartas y lonas, las manifestantes exigieron justicia para las mujeres víctimas de violencia y a las instituciones que realicen acciones contundentes contra los agresores.
La primera acción de iconoclasia (pintas para rechazar un régimen opresor, ya sea religioso, social o gubernamental, así como para denunciar la violencia y exigir justicia), se realizó en la estatua de la División del Norte, misma que pintaron de rojo y reclamaron los actos de violencia que sufrieron las mujeres durante la época de la Revolución: "Pancho Villa violó a nuestras abuelas", gritaron las manifestantes, en referencia a que las mujeres siempre han sido botín de guerra, siendo violadas y agredidas en los conflictos bélicos tanto por civiles como por militares.
Al grito de "ni una más, ni una más, ni una asesinada más", el contingente de unas 200 mujeres avanzó por la avenida Universidad rumbo al primer cuadro de la ciudad.
Familiares de mujeres víctimas de violencia feminicida encabezaron los contingentes, así como los comités de seguridad y organización de las nueve colectivas que participan en esta ocasión.
Durante toda la marcha, decenas de hombres grabaron con sus celulares y tomaron fotos a las manifestantes: “Deben ser del gobierno”, decían las manifestantes y se invitaban a permanecer juntas para estar más seguras; el helicóptero del gobierno estatal sobrevoló el primer cuadro de la ciudad durante minutos, hasta que todo el contingente se reunió en la plaza Mayor, donde un hombre comenzó a gritarles y algunas de las mujeres, al sentirse agredidas, se reunieron para echarlo del espacio en el que ellas se encontraban y le arrojaron pintura. Enfadadas, se aproximaron a él con la intención de golpearlo, pero las organizadoras de la marcha intervinieron y le pidieron que se fuera. Luego, resultó que el varón padecía de sus facultades mentales y de alguna forma resultó herido en la cabeza. Fue atendido por una patrulla de URGE, quienes lo llevaron a la ambulancia para suturar la herida.
Minutos antes de las 6 de la tarde culminó la marcha al llegar el contingente a la plaza Mayor, donde se reunieron para dar sus mensajes de exigencia; las manifestantes pidieron que no sólo se refirieran los actos de iconoclasia, puesto que nuevamente quebraron ventanas y rayaron las paredes de Palacio de Gobierno y de la Rectoría, en las que denuncian a sus agresores, así como aborto legal y alto a la violencia contra las mujeres.
"Cuando les dejen de importar más las paredes que las mujeres asesinadas vamos a parar", y gritaron al unísono: “Primero las mujeres y luego las paredes”. Luego, invitaron a las asistentes a normalizar el denunciar agresiones y violaciones, así como a cuestionar las prácticas que normalizan o minimizan la violencia contra las mujeres.
"Somos la digna rabia y no nos vamos a callar: ¿Qué tipo de persona enferma piensa que las mujeres nos emborrachamos para ser violadas?", reclamaron las oradoras y contaron sus experiencias de abuso sexual, algunas de ellas lloraron y otras gritaron de indignación, pues dijeron, no se callarán más ante la violencia que sufrieron: “Hace diez años que fui violada en mi propia cama, en donde vestía mi pijama y aún me siento culpable… aún me siento sucia, pero resulta que el único sucio fue mi violador”, relató una asistente.