Consideraciones sobre México
AGUSTÍN PÉREZ REYNOSO
En consonancia con el sabio Joseph de Maistre, todas las desgracias que ha padecido México proceden de un edificio que se ha derrumbado sobre la población, construido por los propios gobernantes, sin orden y sin respeto por el derecho natural. Reconstruir ese edificio no se puede realizar por el camino de no hacer nada, salvo dejando de perjudicar la justa iniciativa de los individuos. En tal estado de cosas, las leyes no tienen valor y el Gobierno reconoce su impotencia para hacerlas cumplir, porque los derechos no son defendidos más que cuando se les ataca.
Un estado que olvida su neutralidad sólo puede tener por efecto una crisis jurídica y constitucional para la sociedad cuya única defensa serán sus reservas comunitarias. Y menos no se puede esperar para todos los que desligan al pueblo de sus valores religiosos, que oponen sofismas metafísicos a las leyes de la propiedad, que han puesto sus manos en las leyes fundamentales del Estado, que han aconsejado, aprobado, favorecido las medidas violentas contra las instituciones, que han querido la 4T, para terminar siendo víctimas de sí mismos junto con el pueblo.
La izquierda o Estado benefactor ha hecho sufrir mucho, porque ha destruido mucho, cuando ha borrado bienes, prejuicios y costumbres. Y no se puede decir que esto haya tenido un inicio reciente, pues los excesos del pasado: la barbarie sabia, la atrocidad sistemática, la corrupción calculada, hipertrofias culturales, y sobre todo, la irreligión, producto de la falta de orden jurídico, aunque hayan retrocedido, sus principios subsisten.
La primera condición para que la revolución triunfe es que todo aquello que podía prevenirla sea nulo, usando la filosofía moderna que nos adula diciendo que todo está bien. Este exceso de vaciedad que se propone, prueba que esta transformación es ajena al espíritu del país, porque no se ha sembrado y su tronco no tiene raíz, bajo un gobierno que da más derechos a un pequeño número de hombres, y quita más a todos los otros, que son los súbditos. Bajo el imperio de una falsa soberanía, ningún proyecto es descabellado.
La sociedad no es una convención racional de los individuos y no puede crear nada en el orden social si no se identifica con el espíritu y tradición de su pueblo, y México es una nación demasiado noble para ser esclava y demasiado fogosa para ser libre. Si matas la soberanía de un país encarnada en sus instituciones, eso será castigado sin tardanza. Es una regla que no sufre excepciones. Las cosas van mal porque el asentimiento de la nación ha faltado cada vez más a la obra de los legisladores. ¡Que México no sea una nación impetuosa que sólo vuelve a la verdad después de agotar el error!
De lo contrario, sólo será víctima y juguete de un pequeño número de hombres que proponen soluciones regaladas, sin esfuerzo y sin dignidad, antesala de una esclavitud forzosa a cambio de garantizar un mendrugo de pan. Defendamos al INE, rechazando la elección de los activistas políticos afines al gobierno y la intención de reducir las facultades del instituto frente los abusos de los partidos.
Durante los dos partidos que ha tenido México, los restaurantes y restaurantes-bar han registrado gran demanda