El Heraldo de Chihuahua

Muchos se preguntan

- Licenciado en Administra­ción de Empresas. Instructor en programaci­ón neurolingü­ística mgongorah@hotmail.com

qué hace que el Presidente sea admirado y seguido precisamen­te por aquellos que ha dañado más. La respuesta la dijo él mismo. Sus principale­s seguidores son los más ignorantes, los más analfabeta­s (https://youtube.com/shorts/otNVQIv_oHs?feature=share).

La nación no la constituye ni el petróleo ni las paredes de adobe ni de block de sus construcci­ones, ni el número de cabezas de ganado en ella, ni las represas y pastizales, sino la gente que vive ahí en concordia, que se tienen confianza mutua y que trabajan parejo.

Es menos malo el suelo árido que la tierra cubierta de cizaña y hierba mala o las plantas que mueren por falta de cuidados. Las cosas en el país tal como están, las desigualda­des violentas y la codicia y el egoísmo por todos lados no conducen a la felicidad ni de ricos ni de pobres. Es urgente que terminen las pugnas entre aquellos que lo quieren todo para sí y que cada ciudad, pueblo y rancho sea una comunidad organizada, entusiasta y trabajador­a. Es necesario que se conceda a todo hombre honrado una existencia en paz y termine esa lucha miserable por la vida, y también por los lujos extravagan­tes de los directivos del partido en el poder. La vida nunca debe ser una mera lucha por la existencia. Los bienes y la riqueza a base de trabajo honrado son una bendición, pero algunos ricos que han perdido gran parte de fortuna son afectados más que por la pérdida material, por la depresión de espíritu en la que han caído, cosa más cruel para ellos que los reveses materiales.

La posesión de cosas materiales y del poder de la secta obradorist­a genera en las personas un falso orgullo, un falso sentido de superiorid­ad que infaliblem­ente ofusca su razón. Y todavía así, muchos, sobre todo aquellos que militan en partidos que garantizar­on siempre una vida holgada a un grupo de gente selecta y aduladora, se han negado a ver las oportunida­des del presente y las promesas del futuro bajo otras posibilida­des políticas.

Es difícil encontrar políticos que podamos considerar como líderes sin apego a lo económico ni al poder absoluto, pero si los hay, nos permitiría­n dedicarnos despreocup­adamente a ocupacione­s en las que somos más productivo­s. La riqueza de una nación no es aquella que tiene más dinero ni más petróleo, sino la que hace valer su dinero, despertand­o la confianza y eliminando el temor de los que producen la riqueza, ambos, empresario­s y trabajador­es. Visto fríamente, ni el dinero ni el petróleo son riqueza, sino una especie de equivalent­e temporal de la riqueza. Una prueba manifiesta es Venezuela, y hasta nuestro propio país. Un pedazo de tierra no hace la patria ni un país, esos lo hacen las personas. Recordemos que patriotism­o no es gritar durante un juego de la Selección de futbol, sino cooperar por el bienestar de todos manteniénd­onos como ciudadanos, lejos de los fraudes, de la corrupción y del abuso del poder, y sobre todo, dando lo mejor de nosotros mismos en cada cosa que hagamos.

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