Mary Kay es una de esas marcas
que la mayoría reconoce, claro, sobre todo las mujeres. Es una empresa de cosméticos que factura millones de dólares cada año a nivel mundial, detrás de esta gran compañía hay una extraordinaria historia de su fundadora, Mary Kay Ash, quien nació en Houston, Texas, desde pequeña tuvo grandes responsabilidades, a los siete años cuidaba a su padre enfermo, pues la madre tenía que trabajar todo el día para sostener el hogar.
Aesa corta edad cocinaba, incluso si requería algún artículo, viajaba sola en tranvía al centro de la ciudad para comprarlo. Su madre la alentaba siempre, “Tú puedes, cariño”; esas palabras quedarían grabadas en su mente para toda la vida. Tiempo después, se casó muy joven, trasladándose a Dallas, lugar donde nacieron sus tres hijos. Pero años más tarde se divorció, su exmarido pronto se olvidó de su familia, dejándole toda la responsabilidad.
A mediados del siglo XX una mujer no conseguía empleo fácilmente, mucho menos divorciada, y si la contrataban el salario era insuficiente. Sólo pudo conseguir trabajo como vendedora, pero desde un principio mostró hambre de triunfo, paulatinamente fue escalando puestos hasta convertirse en directora nacional de ventas.
Luego de 25 años de arduo trabajo decidió jubilarse, pero sólo duró una semana el retiro, puso manos a la obra para fundar su propia empresa con los ahorros de toda su vida. La misión primordial de su compañía sería otorgarle a la mujer un empleo digno, bien remunerado, con oportunidades ilimitadas de triunfar. El producto principal serían cremas faciales, fabricadas con una fórmula secreta que había adquirido.
Un mes antes de iniciar, mientras afinaba detalles junto con su nueva pareja, él sufrió un ataque mortal al corazón. Un duro golpe que le afectó demasiado, pero continuó con lo planeado, invirtió el dinero que le quedaba en renta de local, frascos, mesas y sillas usadas para su primera oficina de ventas, abriendo sus puertas el 13 de septiembre de 1963, con nueve vendedoras y su hijo Richard, de sólo veinte años, que fungiría como administrador, tras la muerte de su esposo. El inicio fue muy complicado, pero siempre tuvo claro
La misión primordial de su compañía sería otorgarle a la mujer un empleo digno, bien remunerado, con oportunidades ilimitadas de triunfar. El producto principal serían cremas faciales, fabricadas con una fórmula secreta que había adquirido
cuál sería una de las claves para triunfar, hacer sentir bien a la gente (clientes y empleados), decía que siempre imaginaba a todas las personas con un gran letrero que decía, “Hazme sentir importante”, esta filosofía la inculcó a sus colaboradores. La correcta administración del tiempo era esencial en su vida, decía, “Si vas a desperdiciar un día hazlo en grande, pero si vas a trabajar, entonces trabaja, una hora de intenso trabajo, vale lo que un día de sueños”.
La empresa creció de manera impresionante, pero a pesar de eso, Mary jamás despegó los pies del suelo, su familia era primordial, decía, “Si pierdes a tu familia camino al éxito, entonces habrás fracasado”. Para ella lo más importante era Dios, su familia y su carrera, en ese orden; recalcaba que su compañía era exitosa porque desde que inició había tomado a Dios como su socio, en una ocasión un reconocido periodista estadounidense le recriminó, ”Llevo poco tiempo en su empresa y la palabra Dios se escucha frecuentemente, ¿no están usando a Dios?”, ella respondió tranquilamente, “No, y espero de corazón que sea a la inversa, que Dios me esté usando a mí”.