“Se hace clamor feminista:
Son decenas, cientos de mujeres, las que buscando escalar en la política o en la opinión social se declaran firmes salvaguardas de los derechos femeninos. Y por supuesto las autoridades y organismos civiles y gubernamentales, se declaran también comparsas radicales de los “dignos intereses” de tanta derecho-humanista. En una tarea de diaria renovación publicitaria y de amplia conveniencia política, para todas las sensibles partes. Diputadas, senadoras y presidentes municipales y otras diversas autoridades formalizan alianzas en favor de las mujeres, mientras posan para las fotos en diversos rotativos, descubriendo de nuevo el “hilo negro”, de la violencia contra las mujeres. Pero no hemos visto que ninguna de estas personas, se declare contra la violencia ejercida hacia el resto de la humanidad, que a diario muere víctima de ella; ya sean hombres, niños y ancianos; no; solamente se quejan de la agresión a la mujer, en una sociedad donde según su limitado criterio, las mujeres son ciudadanos de primer nivel y los demás integrantes de la misma, que subsistan como puedan; o simplemente, que no subsistan. Estas actitudes les dejan pingües ganancias a las feministas en turno a las palestras; y a las autoridades solidarias del oportunismo mediático. Y el método para lograr su fin es agudizar la penalización judicial de aquel varón que se atreva a ejercer violencia contra la mujer; y así el propio Poder Legislativo le aplica una vuelta más a la tuerca de la penalización.
“Misoginia” aducen las feministas; que es la aversión y el odio contra la mujer. El término es terriblemente estulto; resulta entonces que cada vez que un varón ejerce violencia contra la mujer es porque odia al género femenino: esto es… el varón odia a su madre, a su abuela, a su hermana, a su esposa y a sus hijas. La conceptualización más idiota que se pueda proponer. Y hasta en el Congreso de la Unión sus miembros femeninos pueden acusar de misóginos a sus detractores, o simplemente a los que difieran de su opinión; y el asunto se hace punible en el colmo de lo absurdo.
¿Detener los homicidios femeninos? No habrá forma, si se trata de: a) homicidio imprudencial; b) por interés pecuniario;
¡Que a la mujer no se toca, ni con el pétalo de una rosa! Y es su fin protagonista”.
c) por venganza; d) por crisis pasional; e) o por asesino serial.
Aquí no importa el castigo, el homicidio se dará. ¿Los podremos detener quejándonos y con marchas multitudinarias y lapidarias? Jamás. En cuanto a equidad de género, vivimos en un estado geográfico en que la representatividad de los tres poderes la ostentan mujeres. ¿Quieren mayor equidad? Los desacuerdos intrafamiliares y de pareja han sido, son y serán por los siglos de los siglos. Aunque teatralicen las aspiracioncitas políticas. Dejemos de ser comparsas de tanta aventurera feminista. Y eduquemos a nuestros jóvenes -mujeres y varones- a no provocar la violencia en sus relaciones de pareja. Ahí reside la solución. Otros temas y poemas ‘Facebook’ Ernesto Visconti.