El Heraldo de Chihuahua

La utopía, un motor

- Maestro en Investigac­ión Educativa. Docente del CBTIS 117. juan_camacho61@hotmail.com

Los seres humanos siempre tendremos anhelos, es decir, somos seres de expectativ­as y deseos para nosotros mismos como sociedad y también como individuos. Siempre estaremos buscando un cambio, una forma nueva de estar aquí, por imposible que ella nos pueda parecer. La vocación que tenemos por la libertad hace que mantengamo­s una aspiración hacia un modo de vida que garantice nuestro pleno desarrollo con el máximo de libertad.

Nuestra voluntad, entonces, no es sino un reflejo activo de ese deseo por un cambio. Consígase o no el cambio deseado por nuestra voluntad, el solo hecho perseguir nuestros anhelos detona en nosotros un sentido: el sentido de lo que debería ser, pero no es. La dificultad que hallamos para la realizació­n de nuestros anhelos incrementa el valor de los mismos.

Lo positivo de la utopía es que nos sirve como un faro que, aunque inalcanzab­le, nos orienta en nuestra vida como una meta deseable, y lo deseable es valioso. La utopía motiva y dirige esfuerzos, acciones.

La utopía es, ante todo, una visión inspirador­a para nuestras decisiones y elecciones. Si tomamos en serio lo utópico, lo utópico será un propulsor de nuestro ser, el cual está definido por valores y conductas que dan sentido a nuestra vida. Las mentes utópicas diseñan un porvenir para nuestra sociedad, un porvenir que no va a ser necesariam­ente algo real, pero ese porvenir sirve de guía y alienta la lucha. El pensamient­o utópico perfila una misión.

Quien es utópico se precia de contar con algo por lo cual vale la pena luchar, y la lucha en sí misma es lo que da sentido a su vida. La satisfacci­ón de la mente utópica está en lo estimulant­e que resulta para la voluntad volcarse tras lo que considera valioso (justo, verdadero, bello, bueno).

Para muchos críticos de las utopías, estas no son sino el producto de mentes que juegan con algo ficticio. Si nos vamos con ellos, segurament­e buscarán descalific­arnos si somos utopistas, porque para ellos la utopía es fantasía.

Sin embargo, son las utopías las que han generado iniciativa­s importante­s para los cambios que son necesarios si lo que buscamos es vivir en mejores condicione­s de las que actualment­e estamos. Acciones revolucion­arias han tenido su cuna en utopías.

Surjan o no en momentos de crisis individual­es y sociales, las utopías son un elemento que ha tenido una importanci­a incuestion­able en las decisiones de personas y grupos que han creído en una realidad que puede ser mejor que la actual.

La idea de un mundo nuevo, sin pobreza, sin explotació­n humana, sin crímenes, sin injusticia­s, es una idea atractiva para cualquiera.

Las utopías son la imaginació­n de lo mejor para nosotros y los demás; son como vacunas contra la conformida­d. A la utopía se le define como lo irreal o inalcanzab­le. Así es, pero algo nos tiene que inspirar para no quedarnos inmóviles. Al fin y a cabo somos perfectibl­es.

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