SONETO LXVI
.
quiero sino porque te quiero y de quererte a no quererte llego y de esperarte cuando no te espero pasa mi corazón del frío al fuego.
.
Te quiero sólo porque a ti te quiero, te odio sin fin, y odiándote te ruego, y la medida de mi amor viajero es no verte y amarte como un ciego.
.
Tal vez consumirá la luz de enero, su rayo cruel, mi corazón entero, robándome la llave del sosiego.
.
En esta historia sólo yo me muero y moriré de amor porque te quiero, porque te quiero, amor, a sangre y fuego. .
ESCARCHAS DE METÁFORA
.
silencio me acompañaba.
Los silentes pinos mecían sus pesadas copas cargadas de nieve blanca en antesala de cónicas montañas silenciosas.
Mudo el viento pasaba sobre maleza ociosa queriendo, quedo, acariciarlas, sin más voz que su frescura grandiosa y helarle trémulo, el alma.
El aroma a madera silenciosa al atardecer, inspiraba pintar su retrato en prosa, mientras lo hice poema, llegada el alba. Ahí estaba sin botón de rosa mi rima pincelada, congelada;
Con mi alma retratada.
.
UN DÍA
.
esos mundos como yo; no me digas que no existes, existes, nos hemos de encontrar; no nos conoceremos, disfrazados y torpes por los caminos echaremos a andar.
.
No nos conoceremos, distantes uno de otro sentirás mis suspiros y te oiré suspirar. ¿Dónde estará la boca, la boca que suspira? Diremos, el camino volviendo a desandar.
.
Quizá nos encontremos frente a frente algún día, quizá nuestros disfraces nos logremos quitar. Y ahora me pregunto… cuando ocurra, si ocurre, ¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
.