El Heraldo de Juarez

Insabi: desastre anunciado

Qué fue primero, ¿el huevo o la gallina? Lo tendrían que haber pensado antes de anunciar –con bombos y platillos- la puesta en marcha, el 1 de enero, del Instituto Nacional para la Salud y el Bienestar (Insabi).

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

Aniquilaro­n el Seguro Popular, uno de los programas más eficientes de los últimos gobiernos, con su cantaleta de que “todo era corrupción”. Prometiero­n que tendremos servicios de salud a la altura de “Noruega” (¿Sabrán dónde se ubica este país y cómo funciona su seguridad social?) y que para todos habría cobertura sin pagar un centavo.

El arranque ha sido de llorar. De una semana a otra subieron las cuotas de recuperaci­ón, de manera estratosfé­rica. Los pacientes llegaron a encontrars­e con que, de 88 pesos diarios que les cobraban, ahora tendrían que pagar 477.

El Hospital General de la Ciudad de México se convirtió en el muro de lamentos de enfermos sin atención, sin acceso a medicinas ni estudios de ninguna especie. Se les aclaró que los estudios habría que hacerlos fuera, por supuesto a cargo de quien los necesitara.

El Seguro Popular se creó durante el gobierno de Vicente Fox. Por una módica cantidad se podía tener acceso a una atención, que siempre se les escatimó a las clases populares. Resultó a tal grado eficaz que, incluso, un sector de la clase media con presiones económicas, se afilió.

Entre 2012 y 2018, el número de asegurados aumentó de 13 a 26 millones, lo que confirma la necesidad que había y la posibilida­d de tener a mano una solución. Empezó con ciertas coberturas que fue ampliando, hasta cubrir casi al 100 por ciento, las distintas enfermedad­es. Para los pobres supuso una salida y para quienes carecían de cualquier protección, una gran ayuda.

Como el resto de Programas y organismos del pasado, el hacha de la 4T llegó a destazarlo. El que hubiera sido idea original del “neoliberal­ismo” (y más de Fox, candileja de sus odios) fue suficiente para eliminarlo de golpe y decir que ahora sí, con el advenimien­to del Insabi, seríamos “felices”.

El Régimen, que ya cumplió su primer año en el Poder, ya debería haber demostrado que puede hacerse cargo de los grandes problemas nacionales. Concentró la adquisició­n de medicament­os e insumos médicos, en la Secretaría de Hacienda.

Si mal estaba en el pasado, a partir de esta decisión y de las andanzas de la mentada señora Buenrostro, la falta se ha agudizado. Ni siquiera cuentan con batas, sondas, gasas o cualquier artículo esencial para un hospital.

El desabasto de medicament­os, a su máxima expresión, incluidos los fármacos para la quimiotera­pia del cáncer infantil. Ante estas quejas –que todavía son pocas frente a la realidad-, se comprometi­eron a solventar las fallas y a dar pronta respuesta. Hasta el momento, poco cambio se ha visto: el desabasto continúa y buscan solucionar­lo culpando al pasado.

A AMLO se le ha metido entre ceja y ceja, que faltan médicos y enfermeras y ya se dispone a inaugurar una Escuela de Medicina en la CDMX. Ni escasean los unos ni las otras. Lo que impera es un enorme desorden en la Secretaría de Salud, lleno de voces disidentes (La archimenta­da señora Laurell) y con un Secretario que parece fantasma. Nadie de esta administra­ción, a lo que se ve, escucha las quejas de los galenos y sus asistentes.

La medicina particular cada día más cara y millones de mexicanos abandonado­s a su suerte, por las ocurrencia­s del tlatoani en turno. ¿Sabrá que la enfermedad no espera?

A AMLO se le ha metido entre ceja y ceja que faltan médicos y enfermeras y ya se dispone a inaugurar una Escuela de Medicina en la CDMX. Ni escasean los unos ni las otras. Lo que impera es un enorme desorden en la Secretaría de Salud, llena de voces disidentes.

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