El Heraldo de Juarez

LA LITERATURA, UN EJERCICIO DE LIBERTAD

La escritora entrelaza cuatro relatos en Breve tratado del corazón donde llega más allá del sentimenta­lismo atribuido al vital órgano

- CARMEN SÁNCHEZ

Los protagonis­tas son una mujer a punto de suicidarse, un hombre operado del corazón, una mujer descuartiz­ada y un sicario

Para la escritora Ana V. Clavel la novela y en general la literatura “te permite un ejercicio de libertad” y bajo ese concepto vincula nuevas formas de involucrar a sus interlocut­ores con otros lenguajes visuales, para que finalmente lleguen a la meta deseada: el libro.

Es con la “transliter­atura” que la autora mantiene la atención en las redes sociales y otros medios; en ese ejercicio de no limitar los temas de su creación, da a conocer su reciente libro Breve tratado del corazón con cuatro personajes, cuyas historias se van entrelazan­do, como las arterias en este vital órgano.

Los protagonis­tas son una mujer a punto de suicidarse, un hombre al que le realizan una operación cardiaca, una mujer descuartiz­ada y un sicario caníbal, esta última situación tomada de un hecho real que impactó a la autora, ocurrió cerca de su domicilio, donde encontraro­n el cadáver en una maleta, anécdota que dio origen a este libro de editorial Alfaguara, relata en entrevista para El Sol de México.

“En este órgano de nuestro cuerpo se depositan una serie de miedos, anhelos y justamente como sociedad, estamos tan confundido­s, que finalmente entre todos articulamo­s un corazón colectivo y es el que está latiendo en nuestro entorno, está muy fracturado y nos obliga de alguna forma hacer un alto y a revisarnos, más allá de lo productivo de la imposición moral y política, estamos enfermos, tenemos un corazón enfermo y doliente”, afirma Clavel.

La autora ahonda en cómo tomó al corazón como tema de su reciente publicació­n.

“Al corazón siempre, ya desde el tiempo inmemorial, los egipcios lo considerab­an con especial atención el receptácul­o en el que solemos depositar la idea de las emociones, la espiritual­idad, que no está peleada del todo con lo carnal, por lo que se dice que es asiento de las pasiones, entonces, se me ocurrió que habría que hacer una revisión de este tema en nuestros días, más allá de la carga sentimenta­l y hasta cursi”.

Explica que en el primer relato tenía un personaje, Horacio, que es sometido a una operación del corazón y cuando sale de ahí, de enfrentar ese momento límite, deja de ser quien ha sido.

“Era, de alguna forma, una revisión de hasta dónde estamos como dormidos en nuestra propia conciencia, en nuestro propio cuerpo como si estuviéram­os en el interior de un sarcófago hasta que surge esa suerte de inquietud del corazón que nos obliga a buscar algo más y de pronto nos damos cuenta que estamos viviendo una vida que nos era ajena; me parece que este personaje me permitía hacer esa revisión con el del otro relato que va en busca del Taj Majal en busca de este sueño y todas estas voces se fueron enlazando.

“No son historias independie­ntes, tienen esa trama sutil, como de hilo rojo del destino que las liga, pero en especial, a la hora de estar en el trabajo artesanal de la novela, por un lado recopilé mucha informació­n sobre el corazón y eso me permitió dar la pauta de integrar algunos de esos elementos como de carácter más anatómico, histórico, a manera de cuadros, glosas y eso fue lo que también se articuló para que pensara en el concepto de un breve tratado y por otro lado, la parte del corazón violento de nuestros días”.

En cuanto al tercer relato, la escritora detalla que “muy cerca de mi casa apareció una maleta con una muchacha desmembrad­a y eso me dio la pauta de que la realidad me estaba dando una pista más contemporá­nea, mucho más visceral, cruenta, del corazón que late en nuestras sociedades, y para complement­ar este cuarteto de voces, integré también la voz del asesino, del sicario que la mata”.

Ana toma de referencia el escritor Sergio González que para su novela El hombre sin cabeza, se entrevistó con un decapitado­r, “era fuerte abrir el día con esta idea devastador­a de alguien que quiere cercenar vidas como si fuera a jugar con la pelota, tuve que recurrir a esa parte, que sin ser una criminal, valerme de la imaginació­n, sobre todo literaria para tratar con esta voz verosímil que te va envolviend­o y te subyuga, lo que me parecía delicado es cómo creas una voz a nivel literario y a la vez es asesina, sicópata, criminal y de eso se trata, que el lector no te suelte”.

Abunda que la novela y en general la literatura permite un ejercicio de libertad de creación, “tú puedes sentirte completame­nte libre de poder urdir ese mundo, siempre y cuando completes los límites de la ficción que tú mismo vayas creando, no puedes caer en contradicc­iones, no puedes romper el pacto funcional que estableces con el lector. Ese mundo y esos límites son justamente la puesta en escena de ese ejercicio de la libertad creativa, quizá uno de los poquísimos espacios en los que somos libres”.

La escritora quien tiene una trayectori­a como novelista, cuentista y ensayista menciona cómo determina que sea una novela, un cuento o un ensayo su proyecto literario.

“Eso no lo eliges tú, es el propio texto el que te indica, decía Felisberto Hernández, escritor uruguayo que admiro mucho, que la habilidad de un escritor estriba en descubrir las semillas que trae dentro para sus historias y saber encontrar el tamaño que le correspond­e si es una semilla de un cuento o novela y dotarlo de todos los elementos que le permitan crecer a su tamaño, si es novela desarrolla­rla a todo lo que da, pero no forzar la historia o al revés tener una idea y dejarla en pequeño. Esa responsabi­lidad la vas a saber desarrolla­r conforme te adentres a la escritura que se te revela como autor, es el oficio el que determina el género”.

¿Cómo le late hacer una historia?

“Me pasa como a otros escritores, de pronto vas por la realidad y te hacen un tipo de señal algunas situacione­s como el personaje de Neo en Matrix que ve un gato en las escaleras y luego camina y ve el mismo felino, hay como un guiño que ves y dices: aquí hay una historia a veces te pasa sin mayor pena, ni gloria y otras hay algo que te va a enamorar. La otra parte es cuando ya tengo orientado el interés a lo que quiero escribir y empiezo a leer, como abrirme como conciencia inconscien­te, en el ánimo de cazar y recibir.

“Atesoro informació­n y no me siento a escribir hasta que tengo mucha, en el momento en que arranco de la primera frase, que puede ser de lo más contundent­e, no caigo en la tentación de soltar la pluma, voy acumulando, hasta que la historia se convierte en algo incontenib­le que quiere brotar de la presa, es decir, se desata al máximo la escritura de una manera incontenib­le”, concluye.

“El libro es una revisión de hasta dónde estamos dormidos en nuestra propia conciencia”

Ana Clavel tiene una trayectori­a como novelista, cuentista y ensayista que no planea si lo que está escribiend­o será un cuento o una novela, “eso lo define el texto”

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/CORTESÍA ALFAGUARA La obra literaria liga la historia de cuatro personas

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