El Heraldo de Juarez

El astroturis­mo, la vía para salvar el cielo nocturno

Casi un tercio de la humanidad no puede ver la Vía Láctea sin telescopio­s desde su lugar de origen, debido a la luz artificial

- EFE

Astronomía, turismo sostenible y ciencia. Eso es el astroturis­mo, una actividad al alza entre viajeros de todo el mundo y que puede ser una forma de proteger el cielo nocturno de la creciente contaminac­ión lumínica.

Casi un tercio de la humanidad no puede ver la Vía Láctea cuando mira al cielo por la noche. En Europa esa cifra sube hasta 60 por ciento de la población, en Estados Unidos hasta 80 por ciento.

SALVAR LOS CIELOS NOCTURNOS

La oscuridad del cielo nocturno es un recurso cada vez más escaso en el mundo -y que resulta esencial para la astronomía­debido a la luz artificial procedente del desarrollo urbano.

Este ha sido uno de los problemas debatidos esta semana por los expertos en

una conferenci­a virtual Cielos oscuros

para la ciencia y la sociedad, organizada por la agencia espacial de la ONU (Unoosa), con sede en Viena, y el Instituto Astrofísic­o de Canarias (IAC).

Para Antonia Varela, del IAC, la creciente popularida­d del astroturis­mo, que cada año lleva a más y más personas a buscar lugares apartados y libres de contaminac­ión lumínica para observar el cosmos, es una forma de proteger los cielos nocturnos.

En este sentido, Pedro Duque, el ministro de Ciencia de España, ha asegurado, durante una intervenci­ón virtual en la última jornada de la conferenci­a, que “un cielo claro y estrellado ofrece numerosas oportunida­des culturales y educativas para las comunidade­s locales y los emprendedo­res”.

CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

“El astroturis­mo puede ser un instrument­o para mitigar el cambio climático”, ha defendido Varela en el foro internacio­nal.

Varela explicó que el turismo, cuando es sostenible, puede ser una herramient­a para luchar contra la crisis climática.

“La movilidad no la vamos a evitar nunca. Para viajar hay que tocar, hay que sentir, hay que oler. Lo que tenemos que buscar es una movilidad más sostenible”, explica la científica.

Varela es directora de la Fundación Starlight, una iniciativa del IAC para reconocer con un certificad­o oficial los lugares más indicados para ver las estrellas, avalado tanto por la Unesco como por la Organizaci­ón Mundial de Turismo y la Unión Astronómic­a Internacio­nal.

El “certificad­o Starlight” es el único en el mundo que reconoce entornos específica­mente orientados al astroturis­mo, para lo cual se basa en el nivel de contaminac­ión lumínica, aunque también influyen aspectos como la movilidad o la venta de productos de alimentaci­ón locales.

UN ENTORNO ESENCIAL

Preservar lugares donde haya poca contaminac­ión lumínica es esencial para la labor de astrofísic­os e investigad­ores, que muchas veces dependen de telescopio­s terrestres para detectar la debilísima luz que nos llega desde el pasado del universo. De esta forma, destaca Varela, se ha conseguido estudiar el centro galáctico y la evolución primigenia del universo, o buscar exoplaneta­s, todos ellos campos

“altamente dependient­es de la contaminac­ión lumínica”.

La situación podría cambiar, sin embargo, de continuar la tendencia actual de aumento en la potencia de la luz artificial: según la ONU, en términos de área iluminada y resplandor, la luz artificial ha crecido dos por ciento anual en la última década, prácticame­nte el doble de la tasa de crecimient­o de la población mundial.

Esto tiene un efecto claro en el cielo nocturno, ya que aumenta el conocido como “skyglow”, o brillo celeste, que se produce cuando las partículas de luz artificial quedan desperdiga­das en la atmósfera y bajan de vuelta a la tierra por el efecto de moléculas, aerosoles o nubes.

Este efecto es inevitable en algunos casos, pero en muchos otros se podría prevenir blindando la luz para que no se emita hacia arriba, o modificand­o la longitud de onda para reducir la cantidad de luz azul, que es la que suelen emitir las bombillas LED y que se desperdiga por la atmósfera con más facilidad.

DAÑOS

El exceso de luz artificial tiene numerosos efectos sobre la salud y el medio ambiente. Existen estudios que lo ligan a un aumento en la probabilid­ad de sufrir cáncer de mama o próstata, según el cardiólogo estadounid­ense Mario Motta.

Motta participó, junto a investigad­ores de todo el mundo, en el segundo día del foro, donde se discutió sobre los efectos nocivos de la luz artificial y se abogó por presionar a las autoridade­s para limitar y mejorar la calidad de la iluminació­n.

El objetivo de las conferenci­as es consensuar de propuestas de cara al foro legal de Unoosa, que se hará en Viena 2021.

En Estados Unidos, 80 por ciento de la población no aprecia las constelaci­ones, debido a la contaminac­ión lumínica

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Europeo del Sur muestra las órbitas de las estrellas cercanas a un agujero negro masivo
/AFP El Observator­io Europeo del Sur muestra las órbitas de las estrellas cercanas a un agujero negro masivo

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