En México ya nadie es intocable, sólo la Virgen de Guadalupe
Cabe recordar que Cienfuegos, siempre se negó a que militares acudieran ante las autoridades civiles a rendir declaración.
Existía la regla no escrita de que en el país el Presidente, el Ejército y la Virgen de Guadalupe eran intocables. El primero, sólo falta que alguno pise la cárcel, mientras que el segundo, ya comenzaron a caer. La Morenita del Tepeyac sigue intacta en la fe mexicana.
Para que la violencia en México llegara hasta los niveles en los que se encuentra actualmente debieron coincidir diversos factores. Que alguien hiciera mal su trabajo, que permitiera al crimen organizarse más y mejor que las instituciones del Estado y que les garantizara total impunidad.
Los asesinatos, secuestros, desapariciones, el narcotráfico y las violaciones no aumentaron en un sexenio, sino que fue el resultado de estrategias de seguridad erróneas, de malas decisiones de gobierno y de funcionarios a quienes les interesó más el enriquecerse sin importarles la labor que les había sido encomendada.
Empero, sí se puede ubicar un periodo en el que todo comenzó a desbordarse y fue durante la administración de Ernesto Zedillo (1994-2000), cuando el principal terror era Daniel Arizmendi, alias “El Mochaorejas”, porque acostumbraba cercenar esa parte del cuerpo de sus víctimas, a quienes secuestraba.
En junio de 1998, la sociedad marchó toda vestida de blanco, en silencio. Paseo de la Reforma y decenas de las principales ciudades se inundaron de personas que mostraron su indignación contra las autoridades. Para agosto de ese mismo año, el entonces Presidente de la República presentó su más “ambicioso” plan de seguridad, que le resultó imposible de cumplir en los dos últimos años de su gobierno.
Fue entonces que entró el nuevo siglo y un nuevo partido gobernaba, encabezado por un personaje brabucón, vulgar y populachero pero que contaba con la aprobación empresarial: Vicente Fox, quien basó su campaña en “echar al PRI de Los Pinos” y prometió detener a “tepocatas, alimañas y víboras prietas”.
DE FEMINICIDIOS Y OTROS TERRORES FOXISTAS
Transcurridos cuatro años de su gobierno, y de nueva cuenta en junio pero de 2004 la ciudadanía salió a las calles, para entonces ya no sólo eran los secuestros, ya había desaparecidos, narcotráfico y feminicidios, principalmente en la frontera norte. La respuesta presidencial a la demanda ciudadana fue otro plan, ahora llamado “Programa Emergente de Acciones para Enfrentar el Fenómeno Delictivo”, enfocado principalmente a combatir el secuestro, pero que, a final de cuentas, nada consiguió.
Entonces llegó el espurio, Felipe Calderón quien, para legitimar su mandato, sacó al Ejército a las calles y gobernó sentado sobre bayonetas. Sin ton ni son, cedió control total al Ejército en lo que denominó “la guerra contra el narcotráfico”.
Durante seis años, el expanista fue amo y señor de los rifles, las balas y los tanques, mientras que sus más cercanos colaboradores extendían sus tentáculos y abrían sus cuentas bancarias al crimen organizado.
El primer “pez gordo” del gobierno calderonista y excolaborador del foxismo que cayó en Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfico, específicamente con Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública y extitular de la Policía Federal. García Luna fue el brazo derecho de Calderón, siempre estuvo cerca y mediatizó todas las acciones de gobierno, preparaba vistosas conferencias de prensa para anunciar “grandes” detenciones del crimen organizado, incluso se coludió con las televisoras para fingir la detención de unos secuestradores.
Hay testimonios de que en distintas ocasiones el expresidente espurio fue alertado de los malos tratos en los que estaba metido su colaborador, pero los ignoró. Baste recordar que la omisión también es complicidad.
Ahora, es labor de las autoridades y de los periodistas investigar los vínculos que pudo tener con el crimen organizado Guillermo Galván Galván, exsecretario de la Defensa Nacional de Calderón, porque el Ejército fue el sector más beneficiado.
EL MILITAR QUE NEGÓ A LA JUSTICIA CIVIL
Los 12 años del mandato panista (conocidos como La docena trágica) hicieron que los mexicanos dieran una nueva oportunidad al PRI y a su candidato Enrique Peña Nieto, un carismático político que cedió su imagen a la publicidad.
Indudablemente, la era peñista fue en la que ocurrieron más manifestaciones ciudadanas para exigir justicia, principalmente porque mes a mes, desde septiembre de 2014 a la fecha, salen cientos de personas en el país a reclamar el esclarecimiento de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero.
Cabe recordar que Salvador Cienfuegos, titular de la Senda con Peña Nieto, detenido el pasado jueves por autoridades estadounidenses, siempre se negó a que los militares de la 27 zona, principales testigos de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre y madrugada del 27 de 2014, acudieran ante las autoridades civiles a rendir su declaración.
Omar García, un joven sobreviviente de esos hechos, tras conocer la noticia escribió en Twitter: “Pocas veces me alegro de cosas. Pero aquel que defendió a morir al Ejército por su participación en la noche de Iguala durante el gobierno de EPN ha sido detenido.” Además, Eunice Rendón exsecretaria Ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, afirmó en sus redes sociales que se trató de un duro golpe a las instituciones mexicanas.
Empero, el Presidente Andrés Manuel López Obrador inició su conferencia matutina del viernes hablando sobre la rifa del avión presidencial y, en segundo término, la detención de Cienfuegos, y rechazó que ésta impacte a su gobierno.
Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.