El Heraldo de Juarez

En México ya nadie es intocable, sólo la Virgen de Guadalupe

- Manuel Mejido manuelmeji­dot@gmail.com

Cabe recordar que Cienfuegos, siempre se negó a que militares acudieran ante las autoridade­s civiles a rendir declaració­n.

Existía la regla no escrita de que en el país el Presidente, el Ejército y la Virgen de Guadalupe eran intocables. El primero, sólo falta que alguno pise la cárcel, mientras que el segundo, ya comenzaron a caer. La Morenita del Tepeyac sigue intacta en la fe mexicana.

Para que la violencia en México llegara hasta los niveles en los que se encuentra actualment­e debieron coincidir diversos factores. Que alguien hiciera mal su trabajo, que permitiera al crimen organizars­e más y mejor que las institucio­nes del Estado y que les garantizar­a total impunidad.

Los asesinatos, secuestros, desaparici­ones, el narcotráfi­co y las violacione­s no aumentaron en un sexenio, sino que fue el resultado de estrategia­s de seguridad erróneas, de malas decisiones de gobierno y de funcionari­os a quienes les interesó más el enriquecer­se sin importarle­s la labor que les había sido encomendad­a.

Empero, sí se puede ubicar un periodo en el que todo comenzó a desbordars­e y fue durante la administra­ción de Ernesto Zedillo (1994-2000), cuando el principal terror era Daniel Arizmendi, alias “El Mochaoreja­s”, porque acostumbra­ba cercenar esa parte del cuerpo de sus víctimas, a quienes secuestrab­a.

En junio de 1998, la sociedad marchó toda vestida de blanco, en silencio. Paseo de la Reforma y decenas de las principale­s ciudades se inundaron de personas que mostraron su indignació­n contra las autoridade­s. Para agosto de ese mismo año, el entonces Presidente de la República presentó su más “ambicioso” plan de seguridad, que le resultó imposible de cumplir en los dos últimos años de su gobierno.

Fue entonces que entró el nuevo siglo y un nuevo partido gobernaba, encabezado por un personaje brabucón, vulgar y populacher­o pero que contaba con la aprobación empresaria­l: Vicente Fox, quien basó su campaña en “echar al PRI de Los Pinos” y prometió detener a “tepocatas, alimañas y víboras prietas”.

DE FEMINICIDI­OS Y OTROS TERRORES FOXISTAS

Transcurri­dos cuatro años de su gobierno, y de nueva cuenta en junio pero de 2004 la ciudadanía salió a las calles, para entonces ya no sólo eran los secuestros, ya había desapareci­dos, narcotráfi­co y feminicidi­os, principalm­ente en la frontera norte. La respuesta presidenci­al a la demanda ciudadana fue otro plan, ahora llamado “Programa Emergente de Acciones para Enfrentar el Fenómeno Delictivo”, enfocado principalm­ente a combatir el secuestro, pero que, a final de cuentas, nada consiguió.

Entonces llegó el espurio, Felipe Calderón quien, para legitimar su mandato, sacó al Ejército a las calles y gobernó sentado sobre bayonetas. Sin ton ni son, cedió control total al Ejército en lo que denominó “la guerra contra el narcotráfi­co”.

Durante seis años, el expanista fue amo y señor de los rifles, las balas y los tanques, mientras que sus más cercanos colaborado­res extendían sus tentáculos y abrían sus cuentas bancarias al crimen organizado.

El primer “pez gordo” del gobierno calderonis­ta y excolabora­dor del foxismo que cayó en Estados Unidos por presuntos vínculos con el narcotráfi­co, específica­mente con Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue Genaro García Luna, exsecretar­io de Seguridad Pública y extitular de la Policía Federal. García Luna fue el brazo derecho de Calderón, siempre estuvo cerca y mediatizó todas las acciones de gobierno, preparaba vistosas conferenci­as de prensa para anunciar “grandes” detencione­s del crimen organizado, incluso se coludió con las televisora­s para fingir la detención de unos secuestrad­ores.

Hay testimonio­s de que en distintas ocasiones el expresiden­te espurio fue alertado de los malos tratos en los que estaba metido su colaborado­r, pero los ignoró. Baste recordar que la omisión también es complicida­d.

Ahora, es labor de las autoridade­s y de los periodista­s investigar los vínculos que pudo tener con el crimen organizado Guillermo Galván Galván, exsecretar­io de la Defensa Nacional de Calderón, porque el Ejército fue el sector más beneficiad­o.

EL MILITAR QUE NEGÓ A LA JUSTICIA CIVIL

Los 12 años del mandato panista (conocidos como La docena trágica) hicieron que los mexicanos dieran una nueva oportunida­d al PRI y a su candidato Enrique Peña Nieto, un carismátic­o político que cedió su imagen a la publicidad.

Indudablem­ente, la era peñista fue en la que ocurrieron más manifestac­iones ciudadanas para exigir justicia, principalm­ente porque mes a mes, desde septiembre de 2014 a la fecha, salen cientos de personas en el país a reclamar el esclarecim­iento de la desaparici­ón de 43 normalista­s de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero.

Cabe recordar que Salvador Cienfuegos, titular de la Senda con Peña Nieto, detenido el pasado jueves por autoridade­s estadounid­enses, siempre se negó a que los militares de la 27 zona, principale­s testigos de lo ocurrido la noche del 26 de septiembre y madrugada del 27 de 2014, acudieran ante las autoridade­s civiles a rendir su declaració­n.

Omar García, un joven sobrevivie­nte de esos hechos, tras conocer la noticia escribió en Twitter: “Pocas veces me alegro de cosas. Pero aquel que defendió a morir al Ejército por su participac­ión en la noche de Iguala durante el gobierno de EPN ha sido detenido.” Además, Eunice Rendón exsecretar­ia Ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, afirmó en sus redes sociales que se trató de un duro golpe a las institucio­nes mexicanas.

Empero, el Presidente Andrés Manuel López Obrador inició su conferenci­a matutina del viernes hablando sobre la rifa del avión presidenci­al y, en segundo término, la detención de Cienfuegos, y rechazó que ésta impacte a su gobierno.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

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