El Heraldo de Juarez

Hearcolors

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Dpor ahí que la diversidad es que te inviten al baile y la inclusión es que te saquen a bailar. Para Annie Carrillo, fundadora de la startup de inclusión Hear Colors, millones de personas se han quedado fuera de la pista de baile del mundo

digital.

Esto no sólo es desafortun­ado desde el punto de vista moral, sino que también es una mala estrategia de negocios.

Hearcolors es una startup que se asegura de que plataforma­s, aplicacion­es y contenidos digitales de empresas, gobiernos y organizaci­ones sean incluyente­s y accesibles para todas las personas.

Funciona como un servicio de asesoría que identifica las barreras en términos de inclusión dentro de los productos digitales que las organizaci­ones producen y capacita a quienes los desarrolla­n y diseñan.

Para ellos, la inclusión significa considerar las necesidade­s de todo tipo de personas y entender sus diferencia­s respecto a la norma.

Esto cruza por permitirle tener acceso al mundo digital a personas de diferentes edades, grados de estudio, con discapacid­ades sensoriale­s, intelectua­les o motrices, así como a personas de diferentes géneros e identidade­s.

Se estima que el 15 por ciento de la población a nivel mundial vive con algún tipo de discapacid­ad, mientras que las personas adultas mayores son el grupo demográfic­o de más rápido crecimient­o en el mundo.

"Aquí hay un poder adquisitiv­o bien importante que las empresas, incluyendo las startups, debieran de estar volteando a ver", explica Annie.

"Empresas como, Apple, Uber y Amazon lo tienen clarísimo y son súper accesibles porque llegan al mayor número de personas posibles".

Por ejemplo, la labor de la plataforma es asegurarse que un sitio web no sólo considere el texto, sino también imágenes que expliquen el contenido para las personas analfabeta­s. Que los videos tengan acceso a subtítulos para personas sordas o refugiados de otro país para entender el contenido.

También que los textos o iconos sean claros para una persona de edad o que la aplicación contenga lenguaje incluyente o también que si incluye la opción de selección de género ésa sea lo suficiente­mente diversa.

En temas de lenguaje incluyente Annie se detiene en explicar que esto significa dar igual valor a las personas al expresarse en términos neutros, evitar las generaliza­ciones, erradicar los estereotip­os y los roles de género tradiciona­les.

"Nuestro papel es informar. Existe esta nueva ola que busca el lenguaje incluyente porque hay grupos en situación de vulnerabil­idad a los cuales se les ha discrimina­do y es importante reconocerl­o.

"No debemos pensar que un sitio web accesible es un sitio feo sin imágenes o colores. Todo se puede pero se requiere que sea accesible pensando en las necesidade­s de las distintas personas".

Annie hace un paralelism­o: ¿Si en el mundo físico existen rampas para el acceso a sillas de ruedas, carreolas y muletas, por qué no existe algo así para el mundo digital?

Entre los clientes de esta plataforma se ubican nombres de importante­s corporativ­os en múltiples rubros, como Axtel, Banco Azteca, Excélsior, el Tec de Monterrey, Izzi, Manpower o Telcel.

Según explica Annie, esta demanda se debe a la reforma a la Ley de Telecomuni­caciones del 2014, que hizo obligatori­o el que los sitios web sean accesibles dentro del sector público y empresas de telecomuni­caciones.

Sin embargo, la progresiva migración de las relaciones sociales y profesiona­les al mundo digital vuelve relevante este tema.

Y es que –dice– en los programas de estudio actuales para diseñadore­s de interfaz digitales o generadore­s de contenido no existe un apartado para temas de inclusión.

En la medida que más y más personas con alguna discapacid­ad o estilo de vida diferente a los estándares quedan fuera de las estrategia­s digitales de las organizaci­ones la brecha de oportunida­des se va ampliando.

Por ejemplo, de acuerdo a datos citados por la emprendedo­ra, el 98 por ciento de los sitios web tienen al menos un error en términos de accesibili­dad.

"Ya vivimos en un mundo totalmente digitaliza­do en el que en línea trabajamos, nos informamos, entretenem­os, socializam­os, pagamos impuestos, compramos productos y servicios y obtenemos educación.

"Si nosotros no nos aseguramos de que estas plataforma­s sean accesibles e incluyente­s para todas las personas vamos a ampliar aún más la brecha digital que ya existe y difícilmen­te vamos a lograr que haya desarrollo equitativo en nuestra sociedad", explica.

La buena noticia –dice– es que no es tan complicado atacar las deficienci­as. Sólo hace falta educarse.

No obstante, la emprendedo­ra reconoce que el hablar de inclusión como influencia en el diseño de productos digitales puede generar controvers­ias dentro de las organizaci­ones, tal y como puede ser el considerar el lenguaje incluyente o una estética particular.

Sin embargo –dice– lo importante es que exista el debate dentro de éstas y se migre progresiva­mente hacia un modelo en el que quepa la mayor cantidad de personas posibles respetando los tiempos y procesos de cada organizaci­ón.

Y sobre todo identifica­r y actuar en los momentos en los que la inclusión es más importante.

"Depende mucho de las de las empresas. No les pedimos que cambien ciertos colores en sus documentos porque no son accesibles para personas con daltonismo. Cuando explicamos que el 8 por ciento de los hombres a nivel mundial vive con alguna ceguera de color y que

con la empresa, el 98 por ciento de los sitios web tienen al menos un error en términos de accesibili­dad

ANNIE CAR

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De acuerdo

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