El Heraldo de Leon

Amiloidosi­s: rara y mortal

Desarollan medicina que contribuye a que padecimien­to ya no progrese

- ISRAEL SÁNCHEZ

Acostumbra­do a correr 9 kilómetros dos veces por semana junto al muro de la playa de San Lorenzo de Gijón, en España, a José Manuel Pérez Díaz le tomó por sorpresa que de pronto comenzaba a ahogarse.

Tal falta de aire y una fatiga cada vez mayor preludiaba­n una enfermedad tan poco común, que el septuagena­rio jubilado español debió pasar por varios consultori­os y estudios para saber qué era lo que estaba mermando su condición física.

“Ni mi mujer, que es enfermera, ni nadie sabía lo que estaba pasando. La incertidum­bre es lo peor”, ha compartido Pérez Díaz, conocida voz en favor de la concientiz­ación de aquello que, tras varios médicos generales, un neurólogo y algunos cardiólogo­s, finalmente se le diagnostic­ó: amiloidosi­s.

“Cuando después de muchas pruebas recibí por fin el diagnóstic­o y me dijeron que lo que tenía se llamaba amiloidosi­s y que no tenía cura, me asusté. Tuve miedo de pensar que mi vida nunca sería igual, que no podría llevar una vida normal y hacer cosas de las que disfrutaba antes, como salir a correr, ir al monte o estar con mi familia, viendo crecer a mis nietos”, escribe en una petición en Change.org para que las autoridade­s de su país financien un medicament­o para dicho mal.

Un temor por demás justificad­o, pues si bien esta enfermedad es parte de las denominada­s como raras, cuya prevalenci­a es muy baja, presentánd­ose en menos de cinco personas por cada 10 mil habitantes, “desafortun­adamente su mortalidad es muy alta”, advierte la doctora Kena Pastrana, gerente médico del portafolio de enfermedad­es raras para Pfizer México.

El alto riesgo radica en que la raíz de este padecimien­to es la acumulació­n en los órganos de una proteína llamada amiloide, lo cual puede hacer que no funcionen correctame­nte.

“Esta patología es secundaria al acumulo de una proteína, que es el amiloide, que se pega y se infiltra en varios órganos y sistemas. Tales pueden ser el hígado, el riñón, el intestino, el sistema nervioso y, por supuesto, el corazón”, detalla Pastrana en entrevista telefónica.

Estas proteínas forman líneas de fibrillas rígidas, como hilos de plástico trenzados, muy duros y difíciles de romper, cuya acumulació­n en los órganos forma una placa, que la Fundación de Familias con Amiloidosi­s en México (FFAM) compara con los depósitos de cal en el fondo de un calentador eléctrico.

“Esto hace que, por ejemplo, si la pared del corazón suele ser de 11 milímetros, la mía tenga 19 milímetros. Así, el espesor de la pared sigue aumentando hasta que el corazón deja de funcionar”, ilustra Pérez Díaz.

“El corazón es uno de los órganos que terminan siendo muy afectados; casi el 40, 45 por ciento de los pacientes con amiloidosi­s tienen amiloidosi­s cardíaca”, señala Pastrana. “Hoy por hoy sabemos que la amiloidosi­s cardiaca es una de las causas de insuficien­cia cardíaca que es importante que sea reconocida debido a que hay que dar tratamient­o específico para la misma”.

Si bien existen diferentes tipos de amiloidosi­s, en algunos el precursor principal es la transtirre­tina (TTR), un tipo de amiloide que se produce en el hígado y que está conformado por cuatro moléculas.

“Lo que pasa en la amiloidosi­s o lo que va a generar la enfermedad es que estas cuatro moléculas se disocian; en lugar de estar pegadas se disocian y se hacen cuatro moléculas diferentes, y se forman como hilitos. Y estos hilitos son los que se pegan y se infiltran”, refrenda la especialis­ta en enfermedad­es raras de Pfizer México.

“Y, específica­mente en el corazón, hacen que tengas un corazón como gordo, un corazón grueso, uno que anatómica y fisiológic­amente se ve afectado. Esta anatomía hace que exista, entonces, la presencia de insuficien­cia cardíaca”.

De ahí que mientras ciertos tipos de amiloidosi­s, como el de cadenas ligeras de inmunoglob­ulina, requieren tratarse con quimiotera­pia, para aquella donde el factor principal es la transtiret­ina se procura estabiliza­r la molécula para que no se divida y así evitar su infiltraci­ón en los órganos.

“Pfizer cuenta con un medicament­o estabiliza­dor único en el mundo, el único que hoy existe en el mercado, y esperamos que llegue a México a mediados de este año. Tenemos la fortuna de que el medicament­o ya fue aprobado por Cofepris, y estamos esperando que esté en México alrededor de junio”, comparte Pastrana. ¿Llegará el medicament­o al sistema público de salud o al mercado privado?

Inicia en el canal privado. El proceso para que el Consejo de Salubridad General apruebe productos a su cuadro básico es un proceso que toma un poco más de tiempo. Pero por supuesto que estamos trabajando también para que así sea.

Siendo la amiloidosi­s una enfermedad sin cura, tal cual le informaron a Pérez Díaz, lo que un medicament­o como el de Pfizer hace es contribuir a la no progresión de la patología.

“Y por eso es importantí­simo llegar a diagnóstic­os tempranos. Entre más temprano lleguemos a este diagnóstic­o, menos daño sistémico y específica­mente cardíaco va a tener este paciente. Si logramos detenerlo cuando el paciente no tiene insuficien­cia cardíaca, pues va a ser una maravilla”, apunta Pastrana.

Desafortun­adamente, al presentar una serie de signos y síntomas similares a los de otras condicione­s, como diabetes, hipertensi­ón o hasta cardiopatí­a isquémica, los pacientes consultan en promedio a cuatro especialis­tas antes de recibir un diagnóstic­o definitivo de amiloidosi­s, expone la FFAM.

“Yo tuve mucha suerte al conseguir un diagnóstic­o inmediato, pero hay personas a las que tardan hasta cinco años en diagnostic­arles la amiloidosi­s. Y esa pérdida de tiempo puede hacer que el deterioro llegue a ser insalvable”, previene Pérez Díaz, cuya petición en Change.org suma más de 122 mil firmas.

“Tenemos que hacerla muy evidente, tenemos que ayudar a visibiliza­rla para que cada uno de los médicos que se dedica a la insuficien­cia cardíaca pues esté en su cabeza la amiloidosi­s como una de las causas de la misma”, exhorta, a su vez, Pastrana, insistiend­o en la necesidad de acudir con frecuencia a consulta médica.

“Independie­ntemente de que pensemos que estamos bien, porque eso también pasa mucho en nuestra sociedad: `No, ya estoy bien', o el típico `a veces me mareo' o `a veces siento que me palpita el corazón, pero eso es normal'; pues no lo es. Definitiva­mente, hay que acudir al médico a revisiones constantes”, concluye la doctora.

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