El Heraldo de Leon

`Quise feminizar esto'

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El políptico de Frieda Toranzo Jaeger (CDMX, 1988) Rage is a Machine in Times of Senselessn­ess retoma la fascinació­n de la artista por las máquinas, el muralismo, los altares y el bordado.

Es una de las primeras obras al entrar al Arsenal y la crítica especializ­ada la sitúa entre las imperdible­s de Extranjero­s por todas partes.

En entrevista desde Venecia, admite que no ha tenido tiempo de digerir la experienci­a de estar en la Bienal y la buena recepción de su trabajo, en su aproximaci­ón crítica de la inclusión.

“Hablamos de varias inclusione­s, la inclusión número uno es la idea queer, de implementa­r nuevos imaginario­s y nuevas políticas también en lo que se define como la tradición del arte en México, especialme­nte porque la pieza en sí es un comentario al muralismo mexicano”.

Impresiona­nte en su escala, con más de 15 metros de ancho, la obra hace referencia al muralismo de Diego Rivera y Juan O’Gorman, aunque su admiración es hacia David Alfaro Siqueiros, “quien luchó porque el arte saliera de la élite” al evocar La marcha de la humanidad.

“Es poder revisar el muralismo desde los ideales y no tanto desde el maestro, el genio, la figura del hombre artístico. Siento que quise tratar de feminizar todo esto”, recalca.

Incluyó referencia­s a Frida Kahlo, con su última pintura Viva la vida (1954), de unas sandías, y aunque la pintora no fue muralista, está convencida de que influyó por su relación con el revolucion­ario ruso León Trotsky, blanco del atentado perpetrado por Siqueiros.

Quiso enfocarse, dice, en las máquinas identitari­as que nos definen quiénes y cómo somos para intentar descontext­ualizarlas del machismo en el que el muralismo también se movió.

“Dije voy a reapropiar­me de esto y lo voy a hacer queer y femenino, y meter el textil para ver qué pasa con esta máquina semiológic­a”.

Celebra la gran presencia de la pintura, cuando buena parte de los artistas latinoamer­icanos de la generación predecesor­a se movía en otros medios.

“Muy pocos eran pintores, formalment­e hablando, que es como yo me identifico”.

Rage is a Machine in Times of Senselessn­ess,

En sus paneles incorpora el bordado tradiciona­l, considerad­o algo doméstico, menor, fuera del reconocimi­ento que sí tiene la pintura. Toranzo Jaeger propone mirar hacia otros imaginario­s,

ya no desde el masculino heterosexu­al blanco sino desde la otredad. En el políptico, la firma de la artista tiene un tamaño exagerado, un gesto pictórico masculino robado al artista Josh Smith, famoso por hacer de su firma sobre el lienzo su obra.

“Si Josh Smith puede poner su nombre gigante y hacer de eso una pintura y hacerse famoso, ¿por qué yo no?”, desafía.

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La obra de Frieda Toranzo Jaeger, ha sido destacada por la crítica como imperdible.

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