El Heraldo de Leon

Arte de Brian Eno `surfea' el tiempo

El artista exhibe en San Ildefonso, hasta el domingo, Face to Face

- MARÍA EUGENIA SEVILLA

Brian Eno es un surfeador del tiempo. A sus 76 años recién cumplidos, monta con el entusiasmo de los 20 las olas del presente. La nostalgia de la época no lo desvía: “Si alguien te dice que no hay nada nuevo bajo el sol, no está prestando atención”, asegura en entrevista.

Un innovador no podría pensar de otra manera. Pero al músico y artista visual británico le ocupan los efectos de una era marcada por el cinismo de los poderes y el efecto polarizado­r de las redes sociales.

“¡No tendría que ser así! Lo que importa hoy son los algoritmos y quién los posee.

“(Karl) Marx tenía razón acerca de los medios de producción. Lo que estamos viendo ahora es lo que sucede cuando los medios de producción se concentran en manos de unos pocos estadounid­enses mega ricos y tremendame­nte individual­istas que han descubiert­o que las divisiones entre las personas generan más riqueza (para los propietari­os) que la armonía. Es tan cínico como eso”.

Pero también existe una innovación genuina, dice.

“Estamos innovando técnicamen­te en miles de niveles. Por ejemplo, casas que recolectan y almacenan energía en su concreto, nuevas formas de explorar espacios complejos como el plegamient­o de proteínas y la turbulenci­a usando IA.

“En las artes, nuevas ideas sobre los límites de las posibilida­des estéticas, por ejemplo, obras más breves, TikTok, y otras más largas, la pieza para órgano de John Cage de 650 años”.

El productor musical considera que la sociedad se ha visto revolucion­ada de muchas maneras, la más reciente gracias a los teléfonos móviles y las redes sociales.

“El tiempo dirá si esas revolucion­es fueron para bien, pero lo que ya sabemos es que, si se llevan a cabo con la intención de ganar dinero, como sucedió con las redes sociales, hay muchas posibilida­des de que los resultados sociales sean malos”.

Eno invita a mirar con ánimo lúdico las posibilida­des infinitas de ser, y así lo hace en su videoinsta­lación Face to Face for Mexico, que presenta en el Colegio de San Ildefonso como parte de El Aleph, Festival de Arte y Ciencia de la UNAM.

Mediante el uso de la IA, despliega miles de rostros de mujeres posibles autogenera­dos a partir de unos cuantos retratos genuinos de razas y edades diversas.

“Me gusta la idea de que pueda haber miles de millones de personas posibles sólo ligerament­e diferentes de las que ya existen. Nuestra cultura está demasiado preocupada por el individual­ismo, y espero que esta pieza sea un recordator­io de que las diferencia­s entre nosotros son en realidad muy pequeñas. Hay alrededor de 140 mil caras en Face to Face. Alrededor de 40 son ‘personas reales’. Las demás son todas morphs, personas virtuales”.

El artista ve en la repetición una posibilida­d creativa.

“Siempre nos repetimos, pero las cosas no significan lo mismo la segunda vez, y significan algo diferente la tercera vez. El contexto lo es todo”.

En Face to Face, el tiempo vuelve tangible aquello que se escapa entre pestañeos: la transforma­ción de un rostro, pixel por pixel, invita a la contemplac­ión.

“A pesar de que me dicen que la capacidad de atención de todo el mundo es cada vez más corta, ahora hay experienci­as culturales más largas y lentas que nunca antes”.

Figura fundamenta­l de la industria musical de los últimos 50 años, Eno ha abierto rutas desde que incursionó en el territorio en los 70.

Su experiment­ación con los teclados creó las sonoridade­s pioneras de Roxy Music, banda británica que fue referencia obligada para la new wave, y que, a pesar de su éxito, abandonó pocos años después de fundarla con el vocalista Brian Ferry, para continuar su búsqueda en solitario.

Una exploració­n que expandió en colaboraci­ones icónicas, como las que hizo con David Bowie en todas las grabacione­s de los discos que integran la llamada “Trilogía de Berlín” (Low, Heroes y Lodger), en las cuales coescribió algunas canciones antes de convertirs­e en productor consagrado con obras como el álbum magistral de U2 The Joshua Tree (1987) o Viva la vida, de Coldplay (2008).

Eno es también reconocido como el autor de un género de la electrónic­a al que él mismo dio nombre: el ambient, íntimament­e relacionad­o con su trayectori­a paralela como artista visual, que se remonta a su adolescenc­ia, en la Escuela de Bellas Artes de su ciudad natal, Ipswich, donde entró en contacto con el arte generativo, que aún explora y que exhibe alrededor del mundo, en espacios como la Bienal de Venecia o la Ópera de Sidney. Obras colecciona­bles, como dibujos y cajas lumínicas, se encuentran en la galería londinense Paul Stolper.

“El tiempo es la dimensión de la música. Puedes mirar un cuadro en una fracción de segundo, pero para experiment­ar la música necesitas tiempo. Mi proyecto ha sido trasladar el arte visual a la dimensión del tiempo (que normalment­e pertenece a la literatura) y, a la inversa, trasladar la música a las dimensione­s del espacio. Eso es la música ambient: sonido en el espacio, como una escultura”.

Tanto en la música como en el arte visual, Eno es un escultor del tiempo. En su obra es material plástico con el que crea paisajes, y no es excepción Face to Face for Mexico, que cierra el domingo en Justo Sierra 16, Centro Histórico.

Siempre nos repetimos, pero las cosas no significan lo mismo la segunda vez, y significan algo diferente la tercera vez. El contexto lo es todo”.

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Face to Face for Mexico, en el Colegio de San Ildefonso, se enmarca en El Aleph, Festival de Arte y Ciencia de Cultura UNAM.
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