ADOLESCENTES: LES HEMOS FALLADO
Hay que rebelarnos frente a nuestra inclinación a la indiferencia y ante la posibilidad de normalizar la barbarie que significan los homicidios de menores
Un hombre va por calles del Centro Histórico de la Ciudad de México conduciendo un diablito, en el que carga cajas y bolsas negras. Por accidente, dos agentes descubren que lo que transporta son los restos de dos adolescentes, uno de 12 y otro de 14 años.
Dos adolescentes de 15 años cargan una maleta color plata y negro de casi metro y medio. Van por calles de la colonia Guerrero, alcaldía Cuauhtémoc. Al ver una patrulla, se ponen nerviosos y se les cae la maleta. Los agentes alcanzan a ver una cabeza humana. La víctima es otro adolescente.
Un adolescente camina con un amigo por calles de San Juan Ixhuatepec, Gustavo A. Madero. Entonces, repentinamente, es interceptado y baleado.
Días aciagos son estos de noviembre en la Ciudad de México, cuando la violencia descarga tanta saña sobre vidas tempranas. No debemos acostumbrarnos. Hay que rebelarnos frente a nuestra propia inclinación a la indiferencia y ante la posibilidad de normalizar la barbarie que significan los homicidios de niños/adolescentes. Lo esencial es que nosotros, sociedad y gobierno, no hemos sido capaces de proteger a nuestros adolescentes.
Si pueden ser secuestrados y asesinados, si pueden ser reclutados por el crimen, si pueden ser confundidos, si pueden ser atraídos por una paga para que trasladen un cadáver, si pueden ser víctimas de lo que sea, es que no hemos podido ni sabido protegerlos.
Podrá decirse que es imposible preverlo todo, abarcarlo todo, cuidarlo todo, y tal vez haya razón en la imposibilidad física de alcanzar la cobertura total, pero no puede ser esa una excusa ni una explicación. Porque si no podemos cuidar ni proteger ni ofrecer oportunidades y horizontes a nuestros niños y jóvenes, ¿entonces qué? ¿Nos declaramos derrotados? Y no se trata sólo de la autoridad, que desde luego tiene una clara responsabilidad, sino de todos, que tenemos una enorme responsabilidad también. Hacerse a un lado es cómodo pero es inútil. Asumir será más productivo.
Les hemos fallado. No sabemos a cuántas niñas, niños, adolescentes les hemos fallado en el país entero. Al menos a los que han sido víctimas y victimarios en estos primeros 15 días de noviembre les hemos fallado. No estuvimos, no supimos, no hicimos. Y quién sabe a cuántos miles más les hemos fallado: reclutados, victimizados, explotados, olvidados. Reconocerlo puede no resolver nada ahora. Pero es un principio de conciencia, de exigencia, de imperiosa urgencia. *Secretario General de Servicios
Administrativos del Senado.
“Días aciagos de noviembre en la Ciudad de México, cuando la violencia descarga tanta saña sobre vidas tempranas. No debemos acostumbrarnos”.