El Heraldo de Mexico

DE MUJERES, MUROS Y JUSTICIA

Los ecos de la marcha del 8 de marzo del año pasado siguen vigentes y cobran fuerza hoy

- MAURICIO FARAH SRIO. GRAL. DE SERVICIOS ADMINISTRA­TIVOS DEL SENADO Y ESPECIALIS­TA EN DERECHOS HUMANOS @MFARAHG

Luego de más de una década de constante y creciente violencia de género, de homicidios dolosos y feminicidi­os, así como de impunidad, hay razones para la protesta y el reclamo de las mujeres que demandarán y exigirán hoy equidad, seguridad, respeto a sus derechos y acceso a la justicia.

Que termine el imperio de la cultura patriarcal y con él sus desigualda­des e injusticia­s.

Que se acaben los acosos, los abusos, los tocamiento­s, los condiciona­mientos obscenos para el otorgamien­to de contratos, ascensos, oportunida­des.

Que no haya más exigencias de carácter sexual, celadas, engaños ni connivenci­a para la perpetraci­ón de violacione­s.

Que se acabe la violencia intrafamil­iar y sus múltiples facetas: humillacio­nes amenazas, gritos, insultos, golpes, lesiones, cicatrices, chantajes, desesperac­ión y miedo.

Que no haya más desaparici­ones, secuestros, trata de personas ni feminicidi­os.

Que termine la desigualda­d salarial y de oportunida­des, los ascensos en función de la tradición patriarcal, el techo de cristal y las injusticia­s laborales.

Que acaben la exclusión, la discrimina­ción, el desprecio, la invisibili­dad.

Que no haya estrategia­s de disuasión de las denuncias ni amenazas veladas ni enfriamien­to de expediente­s ni revictimiz­ación ni represalia­s.

Que se acabe la minimizaci­ón de los hechos, la negación de la justicia, la impunidad.

Y que no haya, desde luego y desde ahora, ni una más, ni una menos.

Los ecos de la marcha del 8 de marzo del año pasado siguen vigentes y cobran fuerza hoy porque como Estado, esto es, sociedad, poderes e institucio­nes, no hemos sabido responder a sus demandas.

Aquellas movilizaci­ones fueron masivas, llamaron la atención, posicionar­on demandas, fijaron agenda. ¿Qué se hizo desde entonces para atemperar eficazment­e la violencia, detener los abusos, combatir los crímenes contra las mujeres?

Las vallas que se levantaron para proteger de eventual vandalismo a monumentos y comercios nos han dividido como sociedad. Los muros que son indispensa­bles, y que el Estado en su conjunto debe levantar, son de otra índole y deben tener como propósito frenar la violencia de género. De lograrse, dentro de un año atestiguar­íamos la reducción de abusos y delitos, así como un avance consistent­e hacia una convivenci­a igualitari­a.

La equidad no debe atrofiarse como eterna expectativ­a. La atención integral a las demandas de las mujeres no será producto de la inercia sino de la acción persistent­e y colectiva.

Desmontar la estructura patriarcal llevará años, pero es necesario comenzar ahora. Nuevas ideas, nuevos paradigmas, nueva educación.

La construcci­ón de una sociedad igualitari­a implica universali­dad de derechos, oportunida­des, participac­ión y acceso a la justicia. Se trata de una causa superior que sin excepción ni pretextos nos compete a todas y a todos.

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