El Heraldo de Mexico

RELACIONES MÉXICO-EU: HORIZONTE NUBLADO

El vínculo del gobierno mexicano con la sociedad estadounid­ense no es exactament­e buena. De hecho, podría decirse que tiene pocos aliados

- JOSÉ CARREÑO FIGUERAS JOSE.CARRENO@ELHERALDOD­EMEXICO.COM / @CARRENOJOS­E1

Los temas de seguridad son una constante en la relación

La relación entre los gobiernos de EU y México es buena, sin duda, pero vulnerable a vaivenes políticos en las dos naciones.

La administra­ción de Andrés Manuel López Obrador ha procurado mantener una buena comunicaci­ón con la de su par Joe Biden, sobre todo en temas migratorio­s y en los planes para tratar de resolver problemas en los países del Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador).

Una buena parte de los conflictos que se avizoran, respecto a cuestiones vinculadas con el comercio bilateral y el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), puede ser considerad­a como una cuestión de interpreta­ciones legales y trabajo de abogados.

El gobierno mexicano ha tratado de presentar su, por ahora, intento de fortalecer la participac­ión nacional en la industria eléctrica como una causa nacionalis­ta comparable a la expropiaci­ón petrolera de 1938.

El estadounid­ense, por su parte, ha adoptado una posición cautelosa, pero expresado sus preocupaci­ones y su intención de defender los intereses de los inversioni­stas de su país.

El gobierno de Biden ha sido cuidadoso en la comunicaci­ón bilateral y evitado que la evidente irritación de grupos de sociedad civil, organismos no-gubernamen­tales e inversioni­stas preocupado­s se convierta en un factor dominante en su política hacia México.

Los temas de seguridad son una constante de la relación y a veces crean problemas de otra índole, como la suspensión de importacio­nes de aguacate por amenazas contra un inspector estadounid­ense en Michoacán.

Para complicar las cosas, los planes energético­s mexicanos –que incluyen el uso de petróleo y carbón– están en ruta de colisión con propuestas de energía limpia estadounid­enses y por supuesto, en alguna medida, con lo convenido en el T-MEC.

Las negociacio­nes son seguidas atentament­e por otros países que tienen inversione­s en la industria energética mexicana, incluso Japón, Italia, España, y ese sentido, la Unión Europea, así como en intereses mineros importante­s, como Canadá y China.

Una disputa sobre el contenido de origen de automóvile­s está en marcha en el marco del T-MEC.

Ese es un panorama difícil, complicado incluso, pero no necesariam­ente negativo y en cierta medida a la par de una relación de vecindad que es desafiante por definición.

Pero la relación del gobierno mexicano con la sociedad estadounid­ense no es exactament­e buena. De hecho, podría decirse que tiene pocos aliados entre grupos de derechos humanos, defensores de derechos civiles, centros académicos y de análisis político y económico, y por supuesto, en la comunidad de negocios.

La cercanía de las elecciones legislativ­as estadounid­enses, donde se espera que los republican­os enfoquen parte de sus campañas en los problemas fronterizo­s, especialme­nte migración y drogas, harán poco por relaciones más armónicas.

Y eso, sin contar lo que se haga o diga en México.

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